LA PAZ ES ALGO MUY BONITO
Faltaba apenas una hora para la presentación. El editor llevaba en el cuerpo seis tilas, tres valium y un whisky. La asistenta de uno de los escritores le había llamado por teléfono la víspera. Según le dijo, con voz trémula, habían empezado a discutir por no sé qué de la novela que habían tardado tanto tiempo en escribir y publicar. Ella intentó mediar en la pelea, aludiendo al título de la obra —La paz es algo muy bonito—, pero los ánimos se crisparon aún más. Hizo una pausa que al editor se le antojó eterna, casi dolorosa. Una ambulancia se los había llevado. Ignoraba si vivos o muertos. Cosidos a navajazos.
En cuanto le dejaron solo con los dos cadáveres, el editor les echó una bronca monumental. Con salivazos. Luego fue a emborracharse a casa. Sin embargo, una llamada de la morgue le interrumpió. Los escritores habían regresado.
La presentación dio comienzo con bastante retraso, pues hubo que encadenar a los zombis a la silla por seguridad. Sus rostros verdosos también habían necesitado mucho maquillaje. Emitían unos sonidos quejumbrosos que ponían los pelos de punta. Babeaban de forma repugnante.
En el turno de preguntas, una periodista dijo:
—¿Habrá segunda parte de la novela?
Los zombis empezaron a sacudirse como locos y aullaban cosas ininteligibles. El libro fue un éxito póstumo.
Este relato participa en el HALLOBLOGWEEN 2015, una idea espeluznante de Teresa Cameselle.
El Nobel de Literatura gastó hasta el último céntimo del premio en el psiquiatra. Veía libros de sus colegas por todos los escaparates.
GANADOR del concurso Cuenta 140 de El Cultural.
—No lo entiendo.
Tina me ha pedido que le explique a Paco la
situación, pero suavizando todo lo posible. Por el salón de su casa parece que
haya pasado un ciclón. El desorden es palmario. Nuria solía tener la vivienda tan
impecable que ha convertido a este hombre en un drogadicto de ella. En cuanto a
su aspecto físico, la cosa no pinta mejor. Barba de varios días, manchurrones
de comida en la camisa, olor a alcohol en el aliento.
Le he dicho —intentando sonar convincente— que las
chicas han decidido tomarse unas vacaciones porque a Tina le ha tocado un
pellizco en la lotería.
—No lo entiendo —ha repetido—. Uno se pasa la vida
trabajando como un burro para que, al mínimo descuido, se larguen por ahí a
gastarse un dinero que también es nuestro.
—Bueno…
—Quería decir tuyo, perdona.
Le pongo la mano en el hombro, tratando de
infundirle los ánimos que he perdido. Tina ha fracasado en el intento de
convertirme en humo, de lo cual se deduce que los tíos lo tenemos chungo para
ser invisibles. Quizá me pesan demasiado las pelotas.
—Las dos han prometido —afirmo inspirado— que, a la
vuelta, nos invitan a un restaurante caro.
—¿Y dónde han ido? —se interesa súbitamente.
—Marruecos.
Pide
que me quede un rato y vemos la tele. No puedo negarle un poco de compañía. Al
cabo de un instante, posa su cabeza en mi hombro y se abraza. El cabrón duerme
como un niño.
El último
fin de semana de septiembre me hicieron una entrevista para la página cultural
Alquibla —palabra que significa «muro de la mezquita o punto del horizonte
orientado hacia La Meca, de cara al cual los musulmanes se sitúan para rezar»—.
La pilota con mano firme la alicantina y licenciada en historia Eva María Galán
Sempere. Hay que reconocer que en esta bitácora no faltan, además de
entrevistas, reseñas de libros ni paseos por archivos municipales y
bibliotecas. Los amantes de las letras se sentirán como en casa.