Me acerqué a este libro de Charles Bukowski (1982) porque alguien dijo que El Mirador se lo había recordado. Evidentemente, yo no le llego a la suela del zapato a Bukowski, pero sentí curiosidad. Descubrí ciertos paralelismos que ni siquiera me había planteado hasta ahora:
1. Yo escribo de forma visceral, sin planes previos. Después, lógicamente, retoco. Ojalá llegue algún día a escribir de forma tan natural y aparentemente descuidada como lo hace Bukowski.
2. La autobiografía mezclada con la invención es algo que no puedo evitar en mis relatos. Sin embargo, en los cuentos que escribo actualmente invento más y existe menos autobiografía. Aunque siempre hay un poso personal ineludible.
3. El padre de Chinaski, el protagonista de la novela, no es, afortunadamente, como el padre de mi relato "Vértigo". El mío, por así decirlo, es mucho más light. Por otra parte, yo siempre dejo la puerta abierta, procuro tender puentes... Bukowski no deja un resquicio a la ilusión.
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