La magia no se enseña. Tienes que aprenderla solo.
No sé por qué me gusta tanto esta frase. Quizá veo en ella al escritor sentado horas y horas con la única compañía de su fe inquebrantable en forjar historias. Pertenece a El último truco de magia (Edebé, 2015), otra novela juvenil de Maribel Romero Soler que tus padres te robarán a escondidas.
El comienzo es un poco triste. Olivier, un mago en horas bajas, intenta amenizar un cumpleaños con algunos de sus trucos, pero sufre las burlas crueles de los niños. Para colmo de males, la paloma se le muere dentro de la chistera. Esto convence al mago de que debe retirarse a un asilo, pero antes visita el museo. Allí decide demostrarse a sí mismo que aún vale. Al mismo tiempo, una muchacha aparece en una playa de Valencia. Viste un traje blanco largo hasta los pies y no recuerda ni siquiera su nombre. Pronto se hace amiga de Nuria y Tristán, dos adolescentes que se han fugado del instituto. Mientras la joven recupera la memoria, la llaman Paloma.
Una de las características más llamativas de la obra juvenil de Maribel Romero es que no tiene edad. De hecho, aunque El último truco de magia está recomendada para chavales de segundo de secundaria, cualquier aficionado a la lectura la disfrutará igualmente. Me recuerda a las películas de dibujos actuales, llenas de guiños hacia los adultos. Por ejemplo, esta indirecta sobre la corrupción política: «—¡Qué barbaridad! —exclamó el taxista—. Cada día los ladrones son más sofisticados. Si los políticos fueran así de eficientes, nos irían mejor las cosas».
El gran reto de cualquier escritor consiste en elaborar personajes creíbles. Para lograrlo, emplea trucos como describirlos o que se expresen de una determinada manera. En este sentido, Tristán y Nuria parece que van a salirse del papel de lo auténticos que son. De hecho, la chica lleva tres piercings, cuatro tatuajes, el pelo rojo y las uñas negras. Nada raro en un adolescente de hoy.
Entre los valores que desprende esta novela, aparte de una sana diversión, quisiera destacar uno que me parece fundamental: el trabajo en equipo. Al principio de esta reseña hablaba de la soledad del escritor, pero una historia no estará acabada del todo hasta que un lector de confianza no le dé el visto bueno. Solo me queda añadir que El último truco de magia me ha tenido más picado que las pipas, que he sufrido y reído con sus personajes, que es literatura de calidad directa al corazón.
Lo que más me gusta del estilo de Maribel Romero es que consigue crear atmósferas de tensión que te mantienen en cautividad incluso después de darles un desenlace.
ResponderEliminarDirecta, exacta, cercana y con un argumento original, así he disfrutado de "El último truco de magia". Estoy segura de que nos aguardan un montón de trucos más en el futuro.
Un abrazo.
A mí me parece que una buena novela debe enganchar desde la primera a la última línea. De hecho, hay muchos escritores que no publicarían en la actualidad. Por aburridos. Gabriel Miró sin ir más lejos.
EliminarUn abrazo.
Así me ha llegado tu reseña a mí, Jose, directa al corazón. No puedo decir más que gracias, compañero, sobre todo gracias por disfrutarla.
ResponderEliminarY lo mismo le digo a Esther. Un placer que la magia haya caído en vuestras manos.
Abrazos.
De eso se trataba. Una de mis escenas favoritas es la del mago en la fiesta de cumpleaños. Contrasta muy bien, por su realismo, con el resto de la novela.
EliminarUn abrazo.
No he leído nada de Maribel, pero no creo que tarde mucho en hacerlo...si la recomiendas tú, seguro que es buena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Maribel es la caña. Mira, cuando viene un alumno a la academia y me enseña algunos libros que los profesores les obligan a leer, pienso... ¡otro que dejará la lectura pronto!
EliminarMaribel Romero es una magnífica escritora y una gran trabajadora. Yo la conozco más por sus microrelatos que siempre me dejan pasmada, estoy segura que sus novelas no desmerecen. Tengo que leerla.
ResponderEliminarSaludos.
Es difícil no encontrar en los libros de Maribel algo que te toque la fibra sensible. Y eso, hoy en día, es mucho.
EliminarUn abrazo.