miércoles, 14 de junio de 2017

A CAMBIO DE NADA














No he pisado una iglesia hace años, pero es el lugar donde me han citado para despedir a un amigo. Me acerco dando un paseo hasta Nuestra Señora de Gracia. Faltan diez minutos para mediodía. Hago tiempo en la entrada revisando el móvil. Pronto llegan algunos responsables de Dasyc en Alicante, entre ellos Alba. Me da dos besos con su alegría habitual, aunque se la nota cariacontecida.

Presto atención unos treinta segundos, los que tarda el sacerdote en anunciar que la misa está dedicada a la memoria de José Antonio Beato Herrador, primer voluntario de Dasyc en Alicante. Añade dos o tres palabras de la fundación y, al final, soltando un suspiro reconoce que no tenía ni idea de su existencia.

Ayudar a la gente a cambio de nada podría ser la antesala de la camisa de fuerza y la regadera. No lo discuto. Sin embargo, me permite compartir los problemas reales del mundo, algo que ignoran quienes se dan golpes en el pecho todos los días en misa.

Conocí a José Antonio, que me llamaba cariñosamente su tocayo, en el invierno de 2012. Alba —igual se acuerda— me tomó la matrícula para el carnet de voluntario en medio de un resfriado de los que hacen historia. Pagué la novatada con un señor del que estaba, literalmente, hasta el gorro. No nos llevábamos bien porque me utilizaba sistemáticamente como fuerza motriz para arrastrar su carro de la compra. Triste pero cierto. Entonces apareció un nuevo usuario en mi vida, José Luis. Con él llevo la friolera de cinco años.

No tuve un trato íntimo con José Antonio, ni falta que hace. Hay gente con la que no necesitas entablar amistad para saber que estáis en el mismo barco. Recuerdo como si fuera ayer un día que me llamó por teléfono para hablarme de cierto caso. Su situación de abandono le había puesto al borde del llanto. Así me lo dijo. Estaba hecho de otra pasta, como un Pau Gasol de las personas.

Lo vi por última vez en una conocida librería de Alicante. Me pidió que le firmara un libro para regalárselo a algún compañero. No sé si habrá pelusillas en el lugar donde se encuentra ahora, ni siquiera creo que tenga tiempo de mirarse el ombligo. Él siempre fue, más bien, de dar su mejor sonrisa a cambio de nada.


4 comentarios:

  1. Efectivamente, hay personas que están hechas de otra pasta, hacen falta más en este mundo...
    Un abrazo!

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    1. Las personas más especiales a menudo pasan desapercibidas. Ahí radica su grandeza.

      Un abrazo.

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  2. Es triste que nos dejen personas así. Pero tú estás, y también eres de otra pasta.

    Un abrazo.

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    1. Gracias por pensar de esa manera. Puede que así nunca me haga millonario, pero no me faltan razones para levantarme todos los días.

      Un abrazo.

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