miércoles, 21 de marzo de 2018

EL SEÑOR (15)
















No sé por qué he hecho caso a Nuria. Para que este regreso sea una sorpresa en toda regla, yo le he robado el chupachús a un niño y ella la cartera a un cura. Los cuatro esperábamos el ascensor del piso. Al entrar en la cabina aparentemente ellos solos, han pensado que el ladrón ha sido el otro. Se han enzarzado en una pelea mientras nosotras aguantábamos la risa.
            
En la puerta está la chapa con nuestros nombres: Pedro Vargas y Tina Rubio. La nostalgia me cubre con una sábana de la cabeza a los pies como a un fantasma primitivo. Sigo queriéndole y ahora necesito más que nunca su apoyo. Un poder como la invisibilidad requiere de otro no menos importante llamado cotidianidad. Deseo con todas mis fuerzas un poco de rutina después de estas vacaciones de locura.
            
Nuria me aprieta el hombro en señal de que sabe lo que pienso.
            
—Tal vez deberíamos llamar al timbre y olvidar el puñetero asunto —sugiere con psicología inversa. Logra el efecto contrario.
            
—Venga, una última locura.
            
Ella atraviesa primero; yo la sigo con un presentimiento extraño. El piso está tranquilo. Quizá demasiado tranquilo para ser las diez de la noche de un sábado. Desde que esto empezó, Pedro teme que Paco se hunda. Por eso se lo ha traído a nuestra casa.
            
Observo con asombro el orden y la limpieza del salón. Una barrita de incienso perfuma el aire. En la cocina todos los cacharros de la cena están fregados. Nuria tiene la boca abierta.
            
Oímos susurros provenientes de la habitación de matrimonio. Como si dos personas hablaran bajo para no despertar a un supuesto bebé. Nuria me agarra de la camiseta.
            
—No vayas —musita.
            
—Seguro que duermen —trato de infundirme ánimos.
            
La habitación está poblada de sombras, pero se distingue a dos figuras con el torso desnudo en el suelo. Cuando se me escapa «qué coño», ellos encienden la luz y miran asustados a su alrededor.

2 comentarios:

  1. Vaya par de gamberras, y vaya final de capítulo. No te hagas de rogar mucho tiempo y danos la historia enterita, lobo.
    Un abrazo.

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    1. Mi mayor premio son tus ganas de seguir leyendo más aventuras de este dúo diabólico. Por el momento, hemos llegado al final de la tercera temporada.

      Un abrazo.

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