En el ascensor del hospital, un adolescente lleva mascarilla. Durante el cortísimo trayecto, no oculta su fastidio porque preferiría ir solo. Y eso que tiene la precaución de cogerlo en horas de escasa afluencia. «Tampoco hay que exagerar», comenta un hombre. El adolescente sonríe bajo la tela verde. Las puertas metálicas se abren. Antes de desaparecer por un pasillo, repite en tono agorero: «Hacedme caso, subid solos». Llevo varios días vigilando esa cabina al caer la noche. Si coincido con él a solas, le robo la mascarilla.
¡Bandido! ;)
ResponderEliminarAbrazo alejado de dos metros... ¡ains!
Esto sacará lo mejor y lo peor del ser humano.
EliminarUn abrazo.
Sí, creo que la mayoría estamos un poco paranoicos...
ResponderEliminarDefinitivamente.
EliminarUn abrazo.
Buf! Una mascarilla se ha convertido en algo tan valioso que podrían hacerse locuras por conseguir una...
ResponderEliminarUn abrazo...y bienvenido al mundo de la Zumba jajajaja!
Hay mucho zumbado por ahí suelto capaz de cualquier cosa.
EliminarUn abrazo.
Lindo escrito te felicito
ResponderEliminarCelebro que te guste y bienvenida.
Eliminaralgunas personas se pasan de egoístas y da bronca, claro que si. Espero que lo logres! jaja... saludos
ResponderEliminarAfortunadamente, hay gente dispuesta a fabricar mascarillas. La otra cara de la moneda.
EliminarUn abrazo.