La tradición consistía en comprar una caja de Miguelitos en el Círculo Central y comérsela sentados en la acera de los Ejidos. La crema deshacía septiembre. Hipnosis. Regresión. Miguel sigue con la mirada el péndulo hasta caer en trance. El terapeuta le anima a contar lo que ve. «Veo a Fernando Simón bailando manchegas», bromea el pensionista. Lo han intentado un montón de veces, pero es el sujeto menos sugestionable del mundo. El psicólogo no se rinde aún y pide que le cuente alguna anécdota. «Cuando nos casamos, ella parecía un corcel blanco y yo una rosa negra frente a la Puerta de Hierros», musita como si la tuviera delante. Hace una pausa para paladear el tiempo. Miguel tiene los ojos acuosos. Luego prosigue: «La piropeaban quienes pasaban y yo solo quería hacer el amor con ella en el hotel, pero nos quedamos dormidos en los cómodos sofás de recepción». No es el primero ni será el último que viene a su consulta porque no acepta que hayan suspendido la Feria de este año.
Lo que tienen de especial hoy las ferias y otros eventos, más allá del hecho en sí, es su significado en cuanto a no seguir amenazados.
ResponderEliminarMe gustan las imágenes que proyectan.
Un abrazo grande.
Son nuestra seña de identidad y, como bien apuntas, el mejor termómetro para medir el fin de la pandemia.
EliminarUn abrazo.
jeje nunca estuve en esas ferias pero me encantó tu historia.
ResponderEliminarUn abrazp
Muchas gracias. El micro se enmarca en la Feria de Albacete, que se celebra cada año del 7 al 17 de septiembre. Te la recomiendo.
EliminarUn abrazo.
Excelente microcuento, amén de simpático y elogioso con La Feria (en tiempo pasados la frecuentaba bastante)
ResponderEliminarSaludos,
J u a n
Muchas gracias, Juan. Son muchos años viviéndolas a tope y sintiéndome como un albaceteño de adopción.
EliminarUn abrazo.
He aquí la importancia de las fiestas populares: ¿quién no ha vivido alguna experiencia en un feria?
ResponderEliminarVolverán y volveremos a vivirlas, con más alegría si cabe.
EliminarUn abrazo.