Llevaba arrastrando un dolor lacerante en el hombro derecho desde hacía varios meses. Me habían dolido incluso los abrazos en el funeral de mi padre. Entré a clase de Body Balance como un kamikaze y sin avisar al monitor. Podría haberme costado muy caro, pero Oliver, al observar las extrañas contorsiones que realizaba, tuvo la decencia de preguntarme en cuanto acabamos la sesión. Le conté la eterna historia de listas de espera en la Seguridad Social.
Soñaba con volver a nadar. Eso le dije a Óscar Valdivia, el fisioterapeuta que empezó a tratarme en la Clínica Campos de Alicante de una capsulitis. Iba recomendado por Oliver, a cuyas clases dejé de asistir. En su lugar, acudía a la llamada «Escuela del hombro» en el Centro de Salud Lo Morant. Por desgracia, no sirvió de mucho. La profesional que trabaja allí no me movilizó el hombro ni una sola vez. No lo consideraría oportuno. Sin embargo, era vital para recuperar un funcionamiento óptimo. Menos mal que Óscar cumplió su cometido de forma intachable. Siempre con una palabra de ánimo, con una sonrisa bajo la mascarilla. Es de otro planeta.
Seis meses después, puede decirse que soy un «hombro» nuevo. El día que recibo el alta charlamos sobre la guerra como viejos amigos. También negocio los ejercicios que haré en casa y me recomienda visitar el gimnasio para no recaer en la lesión. Atrás han quedado noches sin dormir por las molestias y el atrofiamiento de la articulación: llegué al extremo de no poder peinarme.
Aún no he logrado alcanzar la forma física de antes, pero describir una brazada sin sentir dolor me parece un milagro. Ingreso en la piscina lleno de ganas de beberme el mundo.
Me encanta leerte no te conocia
ResponderEliminarahora se quien sos
Muchas gracias. Un placer verte por aquí.
EliminarMe alegro mucho. Un abrazo, querido lobo.
ResponderEliminarMuchas gracias. Lo mejor es contarlo cuando ya ha pasado.
EliminarUn abrazo.
Parece que lo he escrito yo, desde finales del pasado año sufro una tendinitis en el hombro izquierdo, ¿ir a la S.S.?, ¿para qué?, yo también nado y no podía hacerlo al estilo crol, han pasado casi seis meses y aún tengo limitados algunos movimientos aunque la cosa mejora, ya puedo nadar algo mejor y sin apenas dolor, A mejorarse aunque cualquier lesión de este tipo es larga para ciudadanos como nosotros, si fuera un futbolista de hoy para mañana lo tiene solucionado.
ResponderEliminarSaludos
En efecto, cualquier deportista lo tendría chupado. En nuestro caso, debemos tirar de paciencia, bolsillo y mucha voluntad. Que la natación te sea propicia.
EliminarUn abrazo.
Mi hombro me dice que a ver si tomo ejemplo.
ResponderEliminarTendré que ponerme a ello porque hay días que duele mucho...
Saludos.
No lo retrases mucho, compañero. Yo también creí que se pasaría solo y casi pierdo la movilidad del hombro.
EliminarUn abrazo.
Siento que lo hayas pasado mal y me alegro mucho de tu recuperación. Mi hermano ha sufrido algo similar, por no decir lo mismo.
ResponderEliminarSe lo solucionaron con infiltraciones de células madre. Está feliz de la vida.
Cuídate, cuando no es el hombre es la ciática y cuando no… En fin, serán los años.
Un abrazo.
Me alegra que a tu hermano se lo solucionaran. No valoramos la salud hasta que la perdemos.
EliminarUn abrazo.
El hombro, quería decir. Ah, y soy Maribel. Otro abrazo.
ResponderEliminar¿Maribel Romero?
EliminarLa misma 😉
EliminarFíjate que pensé que era un relato, y me dije: un final positivo después de una narrativa descriptiva del dolor y la frustración.
ResponderEliminarAl leer algún comentario descubrí que la narrativa y el argumento era tu propia experiencia :) Esto es lo bueno de las letras.
Un abrazo.
Me alegra que te haya parecido un cuento. De hecho, la realidad a menudo la percibimos como una ficción y, al narrar, es imposible reproducir la vida al milímetro.
EliminarUn abrazo.