LA ETERNA CANCIÓN
Con el
solsticio de invierno siempre me asalta la misma pregunta incómoda. ¿Para qué
demonios sirve tanta bondad si somos unos cabrones el resto del año? No sé qué
droga tendrán los turrones que provocan unos incontenibles deseos de ser buenas
personas. Sin embargo, al acabarse la magia de estas fechas, despertamos al
planeta diario. Vuelven entonces las malas caras, los exabruptos, los ojos de
cordero degollado. Es por ello que propongo la creación de un Club de Amigos de
los Días Después de Vacaciones. Sé que seré el único socio, pero la soledad no
supone un problema para mí. Disfrutad como cosacos de la existencia, no
desperdiciéis un solo instante con lamentos, cometed la barbaridad de ser
felices sin importar el cómo ni el cuándo. Levanto mi copa por vosotros. Feliz
Navidad, mirones.
La Navidad es como el mes de septiembre, hacemos promesas (como la de adelgazar, hacer deporte, aprender idiomas...)que no se cumplen, en Navidades queremos ser más buenos y querer al mundo, luego se olvida.
ResponderEliminarSaludos
Lo único que prometo es que no puedo prometer nada. No como cierto político que decía: "Puedo prometer y prometo...".
EliminarSaludos.
Ya se acabó la mayor parte de la farsa.
ResponderEliminarAquí por desgracia hoy también es fiesta navideña.
Por ahí he oído que la Navidad es como un resfriado: cada uno lo pasa lo mejor que puede.
EliminarSaludos.
Nada como el azúcar para pillar un buen colocón de ingenuidad. Lástima que la resaca venga acompañada del consiguiente castigo divino por hacer alarde de una ingenuidad que no se hizo para los labios del burro viejo.
ResponderEliminarEsther.
El secreto consiste en no esperar nada especial en estas fechas. Disfrutemos, pues, de los pequeños placeres de la vida sin atender demasiado al ruido exterior.
EliminarAbrazos.