miércoles, 31 de enero de 2024

EL CUATRO





















En Alicante, la línea cuatro o autobús del cementerio atraviesa toda la ciudad. Es una experiencia realmente agotadora. Parece una película de nuestra vida proyectada a cámara lenta. Por si fuera poco, la mayoría de sus usuarios pertenece a la tercera edad. Así pues, el cóctel explosivo está asegurado.

Aquel viernes debía resolver unos papeles sobre la transmisión de una sepultura, de modo que subí resignado al autobús. Una vecina del barrio me atrapó en su monólogo: imposible avanzar o retroceder en aquella lata de sardinas. Comprendí con horror que me quedaba una hora de monosílabos adormecidos.

En la avenida Aguilera, a la altura del teatro Arniches, montó un caballero con ganas de gresca. Llevaba esperando una eternidad y estaba convencido de que habían suprimido un coche. El conductor se revolvió como si le hubiera picado una avispa. «Llame a la empresa y no me toque las narices», fue lo más bonito que le dijo. Aproveché la coyuntura para huir cobardemente de la vecina.

Los ánimos estaban crispados. Alguien se atrevió a reprochar al caballero que sus gritos le habían herido los tímpanos. El hombre escupió que se pusiera tapones. No era otra que mi vecina. Una abuela dijo: «Éramos pocos y parió la abuela».

Reinaba un espeso silencio cuando se abrieron las puertas en el Centro de Especialidades Babel. El cuatro quedó semivacío. Llegamos al cementerio dos únicas personas: el caballero y yo. El hombre se incorporó por fin a su puesto de trabajo y me sonrió a través de la ventanilla con cara de circunstancias.

10 comentarios:

  1. Tu linea es la número 4, la nuestra tiene un poco de chufla, es la 13, el número de la mala suerte por eso va del centro al cementerio.
    Saludos

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    1. Pues los supersticiosos no podrán montarse en el 13 y se dejarán los cuartos en taxis.

      Saludos.

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  2. Debe haber miles de historias en bus, soy usuaria pero de trayectos cortos y alguna he presenciado pero suelo quedarme sin el final. Un abrazo

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    1. A mí me sirvieron el final de la historia en bandeja, pues el caballero enfadado era, ni más ni menos, empleado del cementerio.

      Un abrazo.

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  3. Los autobuses son una fuente de historias increíbles. Buena la tuya!

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    1. Gracias. Estar atento a las historias que nos rodean es siempre una buena manera de leer la vida.

      Un abrazo.

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  4. Nos falta tanta educación y tolerancia...
    El caballero tiene un trabajo de mucho silencio y quizás por eso tenía ganas de gresca.

    Saludos.

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    1. Puede que tengas un mal día, pero no lo pagues con el conductor porque, seguramente, tiene más motivos que tú para estar cabreado.

      Saludos.

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  5. Y el lado bueno, es que gracias a esa experiencia ha resultado tu estupendo relato con el que nos hemos "regocijado" tus lectores.
    Un saludo!

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