Le dije que no le prometía nada. Y ahí quedó la cosa.
Como yo no soy investigador, sino más bien alguien que se pelea con el idioma, decidí acometer la empresa con cierto desparpajo y sin demasiadas expectativas.
Juan Vicente Romero, con quien comparto vicio por las letras, año de nacimiento, y alguna que otra confidencia, se atreve a publicar ahora lo que entonces escribí. Es de recibo que le dé las gracias, y que les advierta: este es mi primer artículo serio.
Pues vengo del blog del amigo que mencionas de leer tu artículo serio: espero que sigas diseccionando, reflexionando o hasta revoloteando, alrededor de esas palabras que son cansancio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Como habrás comprobado, lo del artículo serio era una ironía. A ti, que juegas tan bien con el lenguaje, también habrá palabras que te cansen.
EliminarUn abrazo.
He caído de rebote en el blog en el que ha publicado su texto. ¿Y dice usted que su primer artículo serio? Pues nunca lo hubiera dicho: el fragmento sobre la palabra "decente" es, sencillamente, una joyita. ¡Viva la indecencia!
ResponderEliminarApoyar lo indecente es un escándalo, una mancha en nuestro historial. De ahora en adelante estamos marcados para siempre.
EliminarUn abrazo.
Gracias a uno de mis habituales paseos por "Las dos vidas de las palabras", he leído el artículo de hoy y de paso he venido a curiosear a tu blog.
ResponderEliminarConfieso haber quedado intrigada con "El señor" y volveré a comprobar como sigue. Tu artículo me ha parecido fresco y original, como el resto del contenido del blog que he ido leyendo de forma aleatoria (hay que dosificarse), aunque reconozco haber quedado prendada del título: Palabras que son cansancio.
Como dijo aquél: "Yo te prometo inventar un lenguaje nuevo para ti"
Un saludo, José!
Raquel
Qué gran canción del Último de la fila, en la cual creo que está el germen de cualquier persona creativa, sea o no escritor. Hacer las mismas cosas que los demás, pero que parezcan diferentes.
EliminarEn tu honor, Raquel, pincho el tema.
Un abrazo.
Me gusta esta seriedad tuya tan indecente.
ResponderEliminarCon los adúlteros no sé si ganará el lenguaje, pero alguien ganará, digo yo.
Buen artículo.
Un abrazo.
Yo tampoco sé por qué puse aquello de que ganará el idioma utilizando "adúltero" en vez de "adulto" (lo digo para que no se escriban tesis doctorales sobre esta cuestión). Pero no me digas que no sería la caña intercambiar los términos.
EliminarUn abrazo.
Jose, creo que todas las palabras que necesitamos para este paseo por la vida están inventadas. Sería tan fácil como irlas llenando de sentido al encontrarlas y regalárselas a alguien, cosa que no está siempre en nuestra mano y es por ello que acaban totalmente moribundas, como tú bien lo cuentas. Sería maravilloso poder ver que se recuperan los sueldos y las pensiones decentes, escribir lo que es imposible al talento y, por último, poder llevar de la punta del dedo a los hijos comprobando que se van haciendo adultos.
ResponderEliminarEnhorabuena por esta nueva faceta que nos has mostrado, eres camaleónico.
Un abrazo.
Están inventadas, estoy de acuerdo, pero cada cual selecciona las que se adaptan a su personalidad, a su modo de entender la existencia. Dime las palabras que utilizas y te diré quién eres.
EliminarEn cuanto a la nueva faceta, sencillamente no puedo decir que no cuando me piden que escriba algo.
Un abrazo.
Veo que te estás haciendo adult… Upsss, casi se me escapa la primera incorrección ;-)
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el artículo y estoy completamente de acuerdo con él. Es cierto que, a veces, las palabras —y eso que las amamos más que nadie— se nos quedan cortas para expresar lo que queremos y que precisamente, por esa falta de gestos, a veces nos lleva a errores y equívocos.
Y ahora una pregunta. ¿Me prestas el artículo para publicarlo en el Índex del trasatlántico? Creo que merece ser difundido.
Besos y abrazos.
Mucho me temo que sí, que me estoy haciendo menor.
EliminarComo tú dices, lo que le falta a la palabra para ser genial es un buen gesto. Cuántas veces ignoramos si alguien habla en broma o en serio hasta que contemplamos su expresión.
Por supuesto que te presto el artículo, no faltaría más. Ojalá guste a nuestros amigos del Trasatlántico.
Un abrazo.