viernes, 5 de septiembre de 2014

EL SÍNDROME DE LA CABINA




Lo que me deja sin aliento cada año es la noria recortada contra el cielo bruno, con la luna llena mirándola embelesada. Sin embargo, nunca me he decidido a subir. Un sudor frío recorre mi cuerpo entero, y no es solo que ya haga falta una rebeca en septiembre. Sencillamente me falta valor.
     Ella tira de mí con esa facilidad con la que los países árabes entran en conflicto. No es mi mujer ni mi madre. Con ambas tendría argumentos de sobra para quedarme en tierra y besar el suelo como el Papa.
     —Venga, papá, no seas cagueta.
     La mano de una niña pequeña puede resultar muy persuasiva, sobre todo si escribe cuentos que tratan de animales, reyes y princesas. Luego los ilustra y me los lee. En el último, ha dibujado una noria muy rudimentaria, como de feria antigua, en donde un niño queda atrapado arriba del todo y no puede bajar. Nadie sabe cómo se ha roto el mecanismo. Al niño le empieza a salir barba, se casa, tiene hijos, y sigue en las alturas. Para él lo más difícil consiste en relacionarse con los demás. Siempre debe gritar para hacerse entender desde la cabina. Por ese motivo, la mayoría de las veces prefiere estar solo. Ha conseguido en los últimos años reunir una pequeña biblioteca.
     Sacamos los tiques.
     —No me sueltes ahora, hija —aúllo mientras este armatoste comienza a girar y a girar.


Finalista en el II Certamen de Microrrelatos Sucedió en la Feria. Incluido en el libro que edita el Club de Escritura La Biblioteca.

16 comentarios:

  1. Fantástico relato, vas presentando sutilmente a ese personaje central, me gustó mucho ese regusto entre dulce y amargo. Esa mano de niña puede ahuyentar a todos los miedos.
    Felicidades.

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    1. Gracias, San. Cuando creemos que ya no queda magia, que todo está dicho, los niños se encargan de sacarnos de nuestro error.

      Un abrazo.

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  2. Un cuento redondo al que yo hubiese otorgado un reconocimiento mayor, por la armonía entre argumento y estilo, pero sabemos que el mundo está lleno de talento y que llegar a ser finalista en un concurso literario no es moco de pavo; así pues:

    ¡Felicidades!

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    1. También tengo otros cuentos muy malos, pero, de vez en cuando, la inspiración se apiada de mí. Me tomaré un miguelito a tu salud (nunca faltan en la feria de Albacete).

      Un abrazo.

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  3. Coincido con Esther, un cuento redondo, o dos, según se miré. Enhorabuena por tan merecido reconocimiento. Me ha gustado mucho.

    Un abrazo.

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    1. Era una asignatura pendiente escribir sobre la feria de Albacete. Voy allí todos los años a pasar unos días. Pero, claro, se nota que no soy albaceteño.

      Un abrazo.

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  4. Oh! No se ha cargado mi comentario creo. Bueno, pues ahora ya no sé si voy a ser capaz de ponerlo en pie. A parte de insistir en que me encanta el micro, yo también comparto ese vértigo... y algo que va más allá de vértigo. He sido un corazón muy condescendiente durante mucho tiempo, y también me he dejado seducir.. Muy bueno, compi

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    1. Ese vértigo siempre está ahí... ¿Seré capaz de acabar el siguiente libro? ¿Alguien lo publicará? ¿Lograré ahorrar algún día un euro? Si no nos hiciéramos estas preguntas, no seríamos humanos. Lo importante es avanzar un poco cada día.

      Un abrazo.

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  5. Enhorabuena por el reconocimiento. Me ha gustado mucho el cuento: es sutil y te deja con la ceja alzada. Un "cejes". Un abrazo.

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    1. Gracias, Pepe, pero no era tan sutil. Le suprimí toda la parte en la que entro en pánico y tienen que parar la noria para que me baje. ¡Menudo bochorno!

      Un abrazo.

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  6. Buen trabajo y me alegro que así lo hayan reconocido.! ENHORABUENA¡
    Una vez en mi vida me he montado en una montaña rusa. Me dejé seducir y no me arrepiento. Para decir que no hay que saber de que se trata.
    Jose, me alegro por ese vertiginoso camino que vas construyendo, a veces por el suelo, otras desde un mirador, algunas desde las nubes y esta, rizando el rizo, desde ese cúmulo de sensaciones que siempre ha generado una montaña rusa.

    Un abrazo.

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    1. Yo diría que hago lo que me gusta cuando me apetece, sin imposiciones ni horarios. Si encima me reconocen por ello, genial. Lo voy a seguir haciendo de todos modos. Rectifico, lo vamos a seguir haciendo, porque escribir es el auténtico triunfo.

      Un abrazo.

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  7. Qué bueno, José Antonio. Ese protagonista colgado en la cabina me ha recordado al automovilista de Cortázar, el de "Autopista del sur"; la misma fatalidad, la misma resignación.
    Qué bien queda su destino tramado con el miedo del narrador.
    Un abrazo.

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    1. Bienvenida, Vichoff. Magnífico relato el de Cortázar. Siempre quise que el protagonista acabara con la chica, pero era inevitable que se separaran. La buena noticia es que el síndrome de la cabina nos persigue un poco a todos.

      Un abrazo.

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  8. No me extraña que haya quedado finalista, Jose. No solo has sido capaz de escribir una buena historia, sino dos, con un tono de elegante ironía maravilloso y muy visual.

    Redondo, tanto o más que la noria. Enhorabuena.

    Besos y muchos abrazos

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    1. Hay más síndrome de la cabina de lo que parece a nuestro alrededor. Ojalá rodemos juntos sin patria ni bandera, ni raza ni condición.

      Un abrazo.

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