Suelen quedar los viernes a la salida de la fábrica. «¡Qué ganas de que me toque el Gordo!», dice Lidia mientras toma una cerveza acodada en la barra. Belén, apurando el café, se encoge de hombros. Marta pide un nuevo cubata y, mirando con picardía a las dos, replica: «Qué asco, por Dios, a mí que me toque uno delgado».
Siempre aflora el sarcasmo tras un día duro. Nos quitarán la libertad, pero jamás nos quitarán la risa en todas sus formas, ¡porque no nos da la real gana!
ResponderEliminarUn abrazo.
Me parece increíble que gente adulta crea en monsergas del tipo: "Este año te va a tocar". Antes creo que los burros vuelan.
EliminarUn abrazo.
Jajaja! Yo también prefiero que me toque el delgado...pero, José Antonio, a alguien le tiene que tocar el gordo!
ResponderEliminarYo por si acaso, siempre compro la lotería del trabajo y alguna otra...
Un beso
Lo de que te toque el delgado, aparte de la connotación sexual, se refiere al tan manido: "Por lo menos que me toque un pellizco". ¿Sigues prefiriendo el delgado?
EliminarUn abrazo.