lunes, 25 de abril de 2016

PELUSILLAS EN LA FERIA DE ALICANTE




Si me preguntaran qué siente uno al firmar en su ciudad de origen, diría que la sensación de estar en batín y zapatillas. Quizá por eso, no hay fotos con la gente que se llevó un ejemplar de PELUSILLAS EN EL OMBLIGO. Esther y yo lo olvidamos por completo.

Fuimos a la Feria dando un agradable paseo, sin parar de hablar como cosacos —hacía mucho que no quedaba con mi escurridiza amiga—, hasta que nos detuvimos frente a la caseta de La Casa del Libro. Eran las siete menos diez. La firma comenzaba a las siete y siempre me ha gustado la puntualidad.

Mireia, la librera, nos trató con gran amabilidad. No hacía ni cinco minutos que habíamos llegado cuando apareció una amiga de los tiempos en que publiqué mi primer libro. La acompañaba una pintora. Estuvimos un rato charlando de sus inquietudes artísticas y me apuntó que pelusilla se dice «bourette» en francés. La tarde, amenizada con una conversación a tres bandas, pasó casi sin darme cuenta. Alguien de la organización me dio una botella de agua, detalle muy de agradecer. De pronto, reconocí a un antiguo compañero de facultad. Me preguntó qué hacía allí y le conté, intentando ser natural, que estaba como autor. Hablamos de los viejos tiempos. No se llevó ningún libro ni falta que hacía. Aún debe andar tan alucinado como yo.

Por supuesto, Esther Planelles también recibió la visita de amigos. Una mujer que conoció paseando el perro dijo que —aunque solo fuera cinco minutos— mucha gente desearía estar donde nosotros estábamos en aquel momento. Quizá tuviera razón. En cualquier caso, un aviso para todos los aspirantes a escritor: las casetas no tienen sillas.

Un montón de libros me tentaron aquella tarde, como la biografía de Pablo Carbonell o la colección de microrrelatos de Dani Rovira. De otros no sé qué pensar. Abrí un libro de versos y leí: «Deja que la poesía te folle».

Como ves, amigo lector, hay para todos los gustos. No olvides que, mientras dure la Feria, PELUSILLAS EN EL OMBLIGO tendrá un 10% de descuento solo en la caseta de La Casa del Libro.


domingo, 17 de abril de 2016

FERIA DEL LIBRO DE ALICANTE



















El semáforo se pone en verde. Cruzo la avenida Federico Soto de Alicante. Una mujer le pregunta a su marido: «¿Qué es todo este tinglado de casetas? Ah, claro, debe ser lo de las Hogueras». Entonces el marido aclara con mucha autoridad: «No, es eso del Libro».
            
Bueno, pues en Eso del Libro estaré junto a Esther Planelles. Allí podréis llevaros firmado vuestro ejemplar de PELUSILLAS EN EL OMBLIGO. Cuentitos para saborear despacio, como el chocolate.


domingo, 10 de abril de 2016

EL TERROR
























Disfrutar pasando miedo es un sentimiento parecido a mezclar el dulce con el salado, a estar enamorado de dos chicas a la vez, a llorar de alegría ante una noticia muy esperada. Algo tan humano que no entiendo por qué aún escandaliza a ciertos individuos e incluso hiere sensibilidades. Menos mal que el mestizaje abunda en la actualidad.

No hay mayor mestizaje que el de una antología de cuentos de terror como Kalpa 2015 (éride ediciones), donde diez escritores observan el abismo de la existencia con su peculiar mirada. Una visión deliciosamente macabra.

Encontraréis en este volumen relatos ambientados en una Edad Media idealizada, como «La danza de los caídos» —que recuerda inevitablemente a la mítica serie V—, «El saqueador de tumbas» y «Fúnebres designios», el más fantástico de los tres. No os perdáis las historias futuristas «Fallo en el sistema» y «El jugador y el borracho». Los amantes de los zombis se deleitarán con «El perfume de la mala muerte» y «Un bocado al infierno». Si eres de los realistas a la hora de pasar miedo, «La bola» te producirá escalofríos.

Una de las características de estos cuentos es que la mayoría carece de un remate apoteósico. Hace años, me parecía fundamental. Ahora no lo valoro tanto. No hace falta añadir nada a la terrible historia de Juan en «El perfume de la mala muerte». Las segundas oportunidades en las relaciones, sobre todo si la que vuelve sigue muerta, suelen estar condenadas al fracaso.

Tendréis que perdonarme que prosiga con el subgénero zombi de la mano de Liliana Galvanny. La originalidad de «Un bocado al infierno» reside en humanizar al monstruo que el cine despojó de sentimientos y recuerdos, salvo la rara avis Memorias de un zombi adolescente (Jonathan Levine, 2013).

He omitido deliberadamente ciertos títulos que, a mi juicio, no han sido trabajados con la seriedad debida. 
Torpezas como «le hicimos saber nuestro deseo de su ingestión» o «preocupada por si en un descuido la rallábamos (la mesa)» deslucen el conjunto, el género y la editorial que publica.

He sido feliz como un crío que se tapa los ojos a medias en la penumbra de un cine. Como David San José, echaría los dados para huir a algún paraje crepuscular. Solo me resta desearos felices pesadillas.


domingo, 3 de abril de 2016

LA PALMA




















En el día de la palma, el gitano se quedó pensativo: «Qué desaboríos son estos payos para aplaudir».


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