miércoles, 28 de febrero de 2018

LOS AMANTES PASAJEROS























El cuento es un género ya de por sí adúltero. Lo digo porque se construye y deconstruye al vaivén de las modas; nadie sabe si se acuesta con la poesía, la narración o con ambas. Óscar Wide resume con maestría que en él importan tanto el fondo como la forma: «No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo».
     
Los cuernos han inspirado a escritores desde Flauvert a Millás. Faltaba una perspectiva —aunque no original, siempre novedosa— de la mujer frente al fenómeno. Supongo que Raquel López pensó que Amantes amados (Círculo Rojo, 2013) era el medio idóneo para llenar ese vacío.
     
A esta cuentista profesional lo único que le asusta es morir de aburrimiento. Y de él nos libra, con su particular sentido del amor, en los casi treinta cuentos que componen su primer libro. La influencia de la oralidad se refleja en el gusto por los paralelismos y las repeticiones, que dotan a la narración de un ritmo y una musicalidad envidiables.
     
En estas páginas escritas para ser contadas, el lector encontrará el romanticismo del primer amor y la madurez de saber lo que uno quiere en los cuentos «El almacén» y «Certezas». La escritora también ironiza sobre la pérdida de la pasión en «Con el diccionario en la mano» y sugiere mucha rehabilitación para algo más que un simple tobillo. No deben perderse el renacer a una religiosidad new age bastante ligera de cascos. Así, en la divertida «Reflexiones de una creyente», una mujer despierta a una nueva fe que le impulsa a cepillarse solo a señores cuyo nombre aparezca en el santoral. Por cierto, los hombres de Amantes amados carecen de conciencia doméstica y se mueren por echar un polvo. Las mujeres andan sobradas de conocimiento, pero les encantaría perderlo en «Vegetarianos». Sobre lo de enamorarse, Raquel López aclara: una buena amante debe hacer todo lo posible para que el marido vuelva con su esposa.
     
Algunas veces los amantes pasajeros se quedan. En «El huésped de la maestra», el más sentido de la colección, la diferencia de edad no es obstáculo para que una relación funcione. El adulterio —entendido como traición a las buenas costumbres— solo existe en la mente retorcida de los demás: «El camión arrancó con estruendo e hizo sonar la bocina para que no quedara vecino sin enterarse. Se iban. Se marchaban. Juntos. A pesar de todos. Sin atender a nadie».
     
Cualquier día, en una biblioteca o un café, Raquel López te lanzará la pregunta de si prefieres ser amado o amante. No le des más vueltas. Nada mejor que querer y que te quieran.

jueves, 22 de febrero de 2018

LA TIMIDEZ
















«Vamos, no seas tímido. Sácame a bailar», dijo la pelirroja delante del espejo.


FINALISTA en el concurso Cuenta 140 de El Cultural.

miércoles, 14 de febrero de 2018

CARPE DIEM



















El alto dijo:
     —¿Nos hacemos unas pajillas?
     Aquello pilló desprevenido y bajo de moral al chico. Nadie le había propuesto algo así en la vida, y menos su mejor amigo.
     —¿De qué hablas?
     El alto señaló un bote de lubricante que alguien, con las prisas, se había dejado abierto la semana anterior.
     —Estábamos contando nuestros líos de faldas y he pensado: a la mierda, ¿para qué esperar horas, días, semanas?
     —Porque las queremos, ¿te parece poco?
     —Hemos nacido para adorarlas, para juguetear con ellas, para ensartarlas a lo Vlad Tepes… pero yo ya estoy harto de esperar. Tanto que se habla de la emancipación de la mujer con respecto al hombre, ¿para cuándo lo contrario? Te contestaré sinceramente: nunca. Y te diré por qué: no hay unidad entre nosotros.
     —¿Y qué me dices de ellas? ¿No se darán cuenta de que nos traemos algo entre manos?
     —No lo notarán. Mientras cumplamos como un reloj suizo, seremos libres de hacer lo que nos plazca en nuestros ratos libres. Por fin nos habremos emancipado de su oscuro poder de seducción.
     —No te engañes; a mí me gustan las tías.
     —En eso estamos de acuerdo, pero ahora dejémonos de filosofía y venguemos a nuestros antepasados. Imagínate a todos los hombres que nos jalearán desde el más allá: carpe diem.
     —Maricones, vocearán más bien.
     —Este es un país de envidiosos.
     Una hora después, el alto lo zarandeó brutalmente. El bajo despertó de un sueño en el que era usado por una mujer con bigote. Su congénere tenía el horror pintado en el rostro.
     —No somos amigos ni maricas. ¿Puedes explicarme qué somos? —dijo a punto de echarse a llorar.
     —¿Qué te ocurre? ¿Te entró el remordimiento?
     —Me entró la duda.
     Ella llegó agotada y aquella noche se acostó enseguida, olvidando sin el mínimo pudor a aquellos amantes guardados en el armario. Nadie los echaría de menos a la hora de dormir. Nadie soñaría con ellos.
     —¿Qué somos? —repitió como un lamento.
     —Consoladores, querido —le tranquilizó el bajo—. No te hagas pajas mentales.

Inédito de Vareando Nubes
Atlantis, 2012

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