Todo negocio que se precie los tiene. Pagan tarde y mal. Son el club de los imposibles. Aquí van algunos rasgos que los delatan. Primero: Has confeccionado con dedicación un ramillete de normas que, por fortuna, tus clientes respetan. En dichas normas se estipula un plazo razonable para abonar el recibo. Los imposibles nunca pagan en el plazo señalado, sino tres pueblos más allá. ¿Por qué? Porque ellos lo valen. Da lo mismo que les repitas cada mes que deben atenerse a las normas. Ellos son unos fuera de la ley que pagan cuando les da la gana. Segundo: Visto lo visto, no te queda otro remedio que suspenderles el servicio con un aséptico mensaje de móvil. No creas que perderán el culo para pagarte. Ni mucho menos. Los imposibles tienen un código de honor por el que se rigen férreamente. Tercero: Si los pillas de buen rollo, te dirán como perdonando tu miserable vida que pagarán la semana que viene. Lo harán la siguiente. Da gracias. Cuarto: Si los pillas con la vena literaria, te pedirán disculpas aplicándose los adjetivos más crueles del vocabulario mientras aseguran, por la gloria de su madre, que ahora mismo saldarán su deuda. No aparecerán hasta dos semanas después cuando estabas a punto de darte a la bebida. Quinto: Cada temporada, revisas concienzudamente las normas para comprobar si están en castellano. Lo están, pero ellos saben latín. Sexto: Si aparecen con un billete de doscientos euros en la cartera, despiértate. Estás teniendo una pesadilla. Séptimo: Disfruta de la vida.
miércoles, 16 de mayo de 2018
EL CLUB DE LOS IMPOSIBLES
Todo negocio que se precie los tiene. Pagan tarde y mal. Son el club de los imposibles. Aquí van algunos rasgos que los delatan. Primero: Has confeccionado con dedicación un ramillete de normas que, por fortuna, tus clientes respetan. En dichas normas se estipula un plazo razonable para abonar el recibo. Los imposibles nunca pagan en el plazo señalado, sino tres pueblos más allá. ¿Por qué? Porque ellos lo valen. Da lo mismo que les repitas cada mes que deben atenerse a las normas. Ellos son unos fuera de la ley que pagan cuando les da la gana. Segundo: Visto lo visto, no te queda otro remedio que suspenderles el servicio con un aséptico mensaje de móvil. No creas que perderán el culo para pagarte. Ni mucho menos. Los imposibles tienen un código de honor por el que se rigen férreamente. Tercero: Si los pillas de buen rollo, te dirán como perdonando tu miserable vida que pagarán la semana que viene. Lo harán la siguiente. Da gracias. Cuarto: Si los pillas con la vena literaria, te pedirán disculpas aplicándose los adjetivos más crueles del vocabulario mientras aseguran, por la gloria de su madre, que ahora mismo saldarán su deuda. No aparecerán hasta dos semanas después cuando estabas a punto de darte a la bebida. Quinto: Cada temporada, revisas concienzudamente las normas para comprobar si están en castellano. Lo están, pero ellos saben latín. Sexto: Si aparecen con un billete de doscientos euros en la cartera, despiértate. Estás teniendo una pesadilla. Séptimo: Disfruta de la vida.
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Y esto no es un cuento de los tuyos...
ResponderEliminarÁnimo, todavía te quedan veinte años disfrutando de estos pequeños retos que la vida te ofrece para tu solaz.
Un abrazo.
No es un cuento pero lo parece. Ya ves que no solo me gusta presumir de mis triunfos, sino también poner de manifiesto las asperezas de mi trabajo.
EliminarUn abrazo.