A priori no parece que libélulas y lobos tengan mucho en común, salvo que comienzan por la letra ele. Quizá ese aislamiento que mi amiga Alicia dice que los escritores necesitan para concebir sus obras, y que nos convierte en criaturas escindidas. Estamos en el mundo y no estamos.
Puede que la realidad sea otra distinta a la que nos quieren vender. En ese caso, habrá que atravesar el espejo para comprenderla. Eso lo clava Laura Frost en Microhistorias para libélulas (Lastura, 2013). Y no es exagerado el término, porque cada cuentito es un tajo de vida.
Humor, ternura, insumisión, erotismo, melancolía, rabia. Cada una de estas libélulas, y muchas más, flotan un instante ante nuestros ojos. Luego desaparecen dejando una estela mágica a su alrededor.
Laura Frost divide su número en cinco actos, como si tendiera la mano hacia un público invisible. Emulan capítulos de Alicia en el país de las maravillas (Lewis Carroll, 1865).
El microrrelato que abre el libro —mal asunto para una escritora— se queda sin palabras: «Dicen que perder a un hijo es una experiencia inenarrable…». Pero Laura es una mujer de recursos. Conviven en su obra el preciosismo en el lenguaje y la obsesión por la palabra justa. En el lado opuesto, la poesía al servicio de la narración y abundancia de tacos. No contenta con ello, tiñe su paleta de fantasías eróticas, cuestionando incluso la divina concepción de Jesús. Mostrando más caras que un cubo, cuenta chistes sin despeinarse. No podrás dejar de aferrarte a esa gracia sevillana.
Estar en las nubes no significa ser ajeno a los problemas de nuestra sociedad, sólo digerir de forma más lenta. Critica el sueño americano del español: «Contemplamos el transcurrir de nuestra vida esperando que algo mágico nos ocurra». Aborda realidades incómodas como solo la buena literatura sabe hacerlo: desde la sensibilidad.
Laura Frost lamenta haber perdido la niñez en Microhistorias para libélulas, pero, a cambio, nos ha legado un montón de «pequeños regalos envueltos en celofán transparente». Tal vez la inocencia resida en la mirada.
Mi querido amigo:
ResponderEliminar¿Qué decirte? Creo que puedo afirmar que es la reseña más hermosa que Microhistorias ha tenido jamás. Y no soy mujer que se maneje bien en los absolutos. Me ha emocionado, me ha arrancado una risa, tus palabras hacen que me reconcilie conmigo misma. ¡qué no es poco!
Gracias, gracias, compañero.
Un abrazo con todo el corazón es poco.
Escribimos libros para entendernos y liberar traumas, pero somos incapaces de emitir un juicio de valor. A no ser que seamos unos presuntuosos. He intentado ser ese espejo.
EliminarUn abrazo.
Precioso retrato del libro de mi amiga Laura Frost. Se ve y se siente que eres un gran pintor. Una joya para otra joya. Besos a los dos.
ResponderEliminarLaura me lo ha puesto fácil: es una excelente modelo para alguien con ganas de aprender a pintar bien.
EliminarUn abrazo.
Qué bonito, Jose. Eres un genio con las reseñas, pero con esta te sales. No me extraña que su autora se haya emocionado, me he emocionado hasta yo. No habrá que perder de vista a esas libélulas. Enhorabuena a Laura por sus microhistorias y a ti por la reseña.
ResponderEliminarUn abrazo.
Al final me lo voy a creer. La verdad es que una reseña tiene mucho de creativo, de simbiosis con el autor. Una veces quedan mejor y otras peor. Lo importante: que despierten la curiosidad de leer.
EliminarUn abrazo.
Doy fe de cada palabra. La reseña está a la altura de la obra y pone en el lugar que merece a la autora.
ResponderEliminarEs una buena recomendación para cualquier persona que sepa apreciar la palabra escrita como fuente inacabable de vida.
Felicidades a la autora por su libro astronómico, por su tenacidad para publicarlo y por toparse con un lobo que también sueña con libélulas.
Un abrazo para ambos.
Si con mi pluma lobuna he contribuido, aunque sea un poco, a promocionar a una escritora que merece la pena leer, aúllo de placer. Porque me encanta ir contracorriente.
EliminarUn abrazo.
Enhorabuena a Laura por esta obra de la que tuve la fortuna de disfrutar en los primeros vuelos de libélulas. Me gusta mucho como transmite con sus aleteos.
ResponderEliminarJose, gracias por estas instantáneas tuyas cogidas al vuelo de la lectura.
Un abrazo a ambos.
Cogidas al vuelo y sobre el papel, porque suelo tomar muchas notas durante la lectura. Luego no les hago ni caso.
EliminarUn abrazo.
Sin palabras. Laura tiene la inmensa virtud de reunir en pocas palabras toda la inmensa amplitud de sus sentimientos. Gracias por el regalo.
ResponderEliminarGran virtud, no hay duda. Decir mucho con poco es una cualidad escasa. Bienvenido a este pequeño rincón.
EliminarUn saludo.