Cuando cumplí los treinta, decidí bañarme en el agua heladora de Santa Pola a primeros de noviembre. Me acompañó en esa locura mi suegro, pues no conozco a nadie de mi edad con tantos cojones.
Una década después, había que cometer otro disparate del mismo calibre, y no se me ocurría nada. En septiembre, a falta de algo más de un mes para mi cumpleaños, leí un cuentecillo de un tal Lobo López. Tengo un pánico atroz a la noria, de modo que me identifiqué con el personaje. Resolví que aquel sería un buen reto.
En la vorágine de la feria, subí a la atracción después de mi mujer y tres niñas de entre ocho y doce años. La cortesía ante todo. Un tío cachas con fuerte acento italiano selló la jaula. En el interior de la misma, hubo las presentaciones de rigor.
La noria comenzó a rodar, al principio despacio, luego cada vez más deprisa. Empecé a sentir un vértigo espantoso en los descensos, y la única forma de soportarlo era gritar. Grité como una mujer dando a luz, como un poseído al ser rociado con agua bendita. Eso provocó el descojone de las chicas. No me importaba.
Pasada la primera impresión, me limité a cerrar los ojos. El juego de una de las niñas, en plan cabroncete, era soltar mis dedos de la barra que apretaban con todas sus fuerzas. Otra callaba como un muerto. La tercera me preguntó la edad. Ahora la noria giraba lentamente en sentido inverso, y se la dijeeeeeeee. Más risitas.
Antes de bajar, quedamos suspendidos durante unos segundos en las alturas. Allí, rozando con la punta de la nariz la luna llena, contemplando las hormigas que somos en realidad, tuve una revelación: cumplir cuarenta años no es mucho peor que tener veinte.
Al llegar al suelo, lo besé. Luego fui a celebrarlo con mi mujer, con la que he pasado los últimos veinte años.
Publicado en la revista Alicante Opinión.
¿Qué se te ocurrirá cuando cumplas los cincuenta?
ResponderEliminarTranquilo, tienes diez años por delante para pensarlo.
Felicidades por adelantado, aunque espero acordarme el día 31. Octubre es un mes muy movidito en mi familia. Mi hijo se convertirá en mayor de edad el próximo domingo, mi hermano será cuarentón, como tú, dos días más tarde. Disfruta.
Un abrazo.
Entre los dieciocho y los cuarenta hay una perspectiva muy diferente de la vida. Son dos mayorías de edad, pero la una se vive con ilusión y la otra "mu rápido".
EliminarA los cincuenta escribiré un cuento medio malo.
Un abrazo.
Sólo a un niño se le ocurriría festejar su cumpleaños con una acrobacia. Y sólo a un hombre lobo se le ocurriría nacer el 31 de octubre... Supongo que eso lo explica todo.
ResponderEliminarFeliz semana.
A mi madre le hubiera gustado que naciera Todos los Santos, pero le salí lobo. Y no precisamente un lobo bueno.
EliminarUn abrazo.
Siempre me gustaron los cuatreros, ya sean a caballo o girando en una noria ;-)
ResponderEliminarQué modo tan interesante de celebrar tu cumpleaños… Gracias por compartirlo con todos nosotros. Felicidades.
Besos y muchos abrazos.
Dirás qué modo tan suicida de celebrar un cumpleaños, y que conste que pensaba guardármelo para mí, pero la edad me hace cada vez más indiscreto.
EliminarUn abrazo.
Jose, muy buena idea la de hacer algo especial que te ayude a no olvidar una fecha que para ti es importante.
ResponderEliminarComo se suele decir, al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años.
Un abrazo.
Estoy de acuerdo contigo. Una cosa es la edad física y otra la mental. Me gusta especialmente encontrar gente mayor con una mente abierta, y me entristece ver cómo gente joven aspira a poner fronteras en su vida.
EliminarUn abrazo.
Mi felicitación adelantada. Una suerte que no te lo hayas guardado para ti, las crónicas del lobo se merecían poder contar con semejante "celebración"... ¿Y lo cerca que pudo aullarle a la Luna?
ResponderEliminarUn abrazo.
Me gusta experimentar en solitario para luego ponerlo al alcance de los demás. En cuanto a la luna, del bocado que le di se puso en cuarto menguante.
EliminarUn abrazo.