viernes, 22 de mayo de 2020

GERMOFOBIA


Antes de que estallase la crisis sanitaria, Claudia se lavaba las manos del orden de unas cuarenta veces al día. Las tenía enrojecidas y despellejadas de tanto frotar. También usaba guantes para tocar cualquier objeto que hubiera por casa o en el trabajo, pero, ni siquiera con ellos puestos, se sentía segura de dar la mano a nadie. No hablemos de los besos de rigor a un amigo, de una caricia a un perro, de pasar las páginas de un libro. Los gérmenes acechan en cualquier contacto por pequeño que sea. La pandemia la mantiene en un estado de felicidad indescriptible. Ha acogido la recomendación de usar mascarilla con tanto entusiasmo que no se la quita ni para dormir. Ha dejado incluso de saludar. Los vecinos, acostumbrados, no hacen caso de sus extravagancias. El ministro de Sanidad ha declarado hoy que la principal forma de luchar contra el virus es lavarse las manos con frecuencia.

10 comentarios:

  1. Estoy convencida de ello: a más de uno, le habrá aportado felicidad esta nueva realidad. Y este caso tuyo, es una buena muestra.

    Abrazo.

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  2. Casi tiene gracias. Hace unos días estuve pensando en la probabilidad de que buena parte de la población acabe con un trastorno obsesivo compulsivo. El mundo se va a llenar de "Monks". ¡Qué ruina!

    Buen enfoque, lobo.

    Un abrazo.

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    1. Nos preocupamos mucho de lo grande y poco de lo pequeño. Si los supuestamente normales estamos paranoicos, imagina a los chalados.

      Un abrazo.

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    2. Es conmovedor que te incluyas entre los "supuestamente...", o mejor, me incluyas a mí. Ja, ja, ja...

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    3. Siempre me he sentido un excluido al que le gusta incluir.

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  3. El mundo sumergido en la realidad de los pacientes de TOC, la cual ellos han vivido a diario desde antes.

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    1. No es fácil vivir batallando dentro de tu propia cabeza, y eso es algo que con diagnóstico o sin él mucha gente sabe de primera mano.

      Lo más llamativo de entre los viandantes no son los que se comportan con miedo o aprensión, sino quienes lo hacen como si fuesen los amos y amas del mundo: los intocables. La actitud de quienes han vuelto a rebuscar entre los contenedores no difiere en nada de quienes visten perfumes caros y cubren el mentón con mascarillas de diseño, ocupando el espacio que creen merecer, claro.

      Para mí, una enfermedad mental es la que impide a los individuos integrarse en la sociedad y tener la oportunidad de crear y vivir momentos de felicidad. Por lo demás, todos somos víctimas de nuestras mentes, o peor, hacemos víctimas al resto; va con el ADN humano dejarse deslumbrar por los espejismos.

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    2. Son dolencias silenciadas por la pandemia, más inquietantes si cabe porque pertenecen a la esfera del funcionamiento de la mente.

      Un saludo, Alexander.

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    3. La peor batalla que libramos dentro de nuestra cabeza a lo largo de la vida es el miedo. Muchos de esos comportamientos que describes son solo eso.

      Un abrazo, Esther.

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