Llevamos más de dos horas encerrados en un ascensor, sin saber qué ocurre fuera, por qué nadie responde.
Al principio, mantuvimos una prudente distancia. Ahora no solo nos tuteamos, sino que hemos escuchado con atención la historia del otro. Ella, la mujer de ojos verdes, ha admitido el calvario de infidelidades que soportó durante más de diez años. Yo, mis flirteos con la botella para superar las calabazas de una compañera de trabajo. «He llegado a pedir ayuda a una bruja para que realice un filtro de amor», comento avergonzado. «Yo también he acudido a Madame Ruth para que le salgan almorranas», bromea ella. La risa da paso al asombro. Le pido que repita ese nombre. Madame Ruth. Resulta una curiosa coincidencia ser clientes de la misma mujer, pero no le concedo mayor importancia.
Después de cuatro horas, tengo la boca seca como el esparto y los puños doloridos de tantos golpes. Nada. El mundo parece haberse olvidado de nuestra existencia. «Creo que ya sé de qué va este rollo. La bruja. Dame un beso en los labios», urge ella. Unos ojos así de irresistibles, una boca tan insinuante… El operario dice ¡ah! y nosotros, ¡oh!
Un clásico: el beso.
ResponderEliminarEs un relato estimulante. Me maravilla la cantidad de formas que puede adquirir un elemento clásico en manos de un buen "cuentero".
Un abrazo.
Gracias, colega. Intento escribir cuentos que me estimulen, porque vivir solo de vida es una muerte lenta y dolorosa (mira, un mensaje para las cajetillas de tabaco).
EliminarUn abrazo.
Es que la brujería une mucho!
ResponderEliminarCreo que fue Luis Eduardo Aute quien dijo que en un ascensor un hombre y una mujer siempre acabarían enrollándose. Ya ves que no todo es brujería.
EliminarUn abrazo.
Un relato estimulante con su punto tierno. No me extraña que fuera seleccionado. Uno de esos de los que piensas: ojalá lo hubiera escrito yo. Un abrazo.
ResponderEliminarBienvenido, Pedro. Y puede que lo hayas escrito tú... porque en los cuentos, a diferencia de la vida, cada uno aporta su final. ¿Cuál es el tuyo?
EliminarUn abrazo.
Jajaja... Ese final me parece absolutamente genial. Viene a aligerar una situación de peligros extremos: por un lado el de las confidencias, por otro el de la claustrofobia. Enhorabuena por la selección. Merecida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias. Ganar no gano, pero lo que me río escribiendo no me lo quita nadie.
EliminarUn abrazo.