Internet es una ventana abierta a un mundo de intercambios, de soledades compartidas, de compañeros escritores.
La mayoría de la gente no espera a que el semáforo esté en verde para atravesar la calle. Les quema el culo. Para ésos no está indicado Cuentos para esperar en los semáforos, la ópera prima de Áster Navas (Barakaldo, 1963).
Los pacientes viandantes obtendrán la recompensa de un libro pequeño repleto de grandes relatos.
Descubrirán en “Te imagino” que el oficio de escribir es imaginar aquello que no se ve o que sólo se entrevé. Se pedirán fuego y conversarán durante unos instantes de cualquier cosa banal, llegando a admitir que “el tiempo del que se dispone para cruzarlos es tan limitado que resulta difícil relacionarse e intimar”. Esto les hará sonreír de placer, incluso reírse de las esquelas personalizadas que aparecen en el diario que está expuesto en el quiosco que hay junto al semáforo. Llamarán al móvil a todos los que esperan menos a ellos. Ella, para olvidar ese bochorno, le contará chistes. Él se los terminará porque tiene memoria de pez.
Al cambiar el disco, se irán directos a la habitación de hotel que se anuncia en la página 14 del periódico que ella ha comprado. A la mañana siguiente, él leerá la nota prendida al espejo: “Nunca fui mujer de un solo paraguas”.
Desde entonces, Toño se excita diciendo obscenidades a la voz femenina del contestador de Telefónica. La felicidad es un sueño.
Juan José Millás le llamará un día y, mientras toman un café, alabará sus paralelismos. Tarde, muy tarde comprenderá que es una planta carnívora. Ya le habrá devorado la pasión por la literatura.
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Tienes amable lector, entre las manos uno de los libros más caros del mundo:
ResponderEliminardeberás pagar cada cuento con una sonrisa de complicidad.
Un precio, quizás, demasiado alto, teniendo en cuenta que tendrías que poner de tu parte la mitad del argumento.
En fin
Aster Navas
Esta son las palabras de Aster en la contraportada y el precio, como él dice, es demasiado alto...No dejas de sonreír con cada página. Este maestro de la palabra, de la sugerencia te lleva de su mano hasta ese “En fin”. Porque los relatos de Aster no tienen fin, despiertan la imaginación y la reflexión del lector abriendo un mundo de posibilidades. La acción continua...siempre hay algo más.
José Antonio preciosa, divertida y genuina crónica. Buen trío formáis Aster, Millás y tú...Tomar un irreverente café con vosotros tiene que ser genial.
Un fuerte abrazo.
Bonita y original reseña para un gran libro de pequeños relatos.
ResponderEliminar¿Sabes una cosa? Cuando empecé a leer relatos tuyos asociaba mucho tu estilo al de Aster, hay ciertas semejanzas en vuestra literatura. Afortunadamente para los que os leemos.
Feliz día festivo.
Un abrazo.
Hola Mari Carmen,
ResponderEliminarHe tomado infinitas notas mientras leía los cuentos de Aster. En él lo poco es mucho.
Yo no sé si llegaremos algún día a tomar un café, pero mi imaginación ha bebido muchos Redbull entre sus líneas.
Un abrazo.
Hola Maribel,
ResponderEliminarPara mí también ha sido como mirarme en un espejo: la ironía que rezuman sus textos, el buscarle los tres pies a la realidad, y, sobre todo, el ser él mismo en todos sus personajes. Un nuevo Woody Allen.
Un abrazo.
Con este libro jamás terminaríamos de cruzar la calle...hasta llegar al final...del mismo. Es un compendio de inteligencia de la mano de la mejor escritura - esa escritura sintética de Aster que observa, exprime, y da todo, a la vez- que si empezamos a leerlo nos llevará a estar parados mientras el semáforo se pone rojo, naranja, verde...durante horas, bueno, según el ritmo de aprehensión del texto por parte del inevitablemente ensimismado lector.
ResponderEliminarMagnífica "crónica", imaginativa crítica...de un escritor a otro escritor, hecha entre compañeros de oficio y esperanzas, y que nos descubre a uno de los mejores autores literarios - sin paliativos - del momento actual: Aster Navas.
José Antonio, como tras la lectura del libro de Aster rememoré recuerdos, vivencias, sensaciones… Lo primero que percibí fue que acaso el título de la red social La nieve, creada por Aster, no había sido elegido al azar. A lo largo del libro la nieve te refresca en varios de los relatos con frases como: “aquella revelación se me quedó durante en la garganta; como una bola de nieve”, “su poder alcanzaba las nieves del Atlas”, “Durante años tuvimos nieve en Enero”, “Nada en definitiva del otro jueves: las primeras nieves”... También me di cuenta de que había muchos más relatos inspirados en la infidelidad, y el desamor, que en el amor y la pasión. Según avancé en la lectura, descubrí que los micros excesivamente cortos, con mucha página en blanco, me llevaban más a la reflexión, como deseando llenar con mis pensamientos ese espacio vacío, como si en esos relatos se esperase de nosotros, ávidos lectores, continuar las huellas dejadas con la última frase. Así llegué al “Trescuartos”. Me gustó por la frase de Pablo Neruda que le acompaña y porque me hizo rememorar el antiguo cine Rex de Portugalete, con sus butacas tapizadas en verde, testigos silenciosos de tan buenos momentos. Pasando por “Frente frio”, que me gustó especialmente, llegué al relato 2Cuidado con las medusas, con el que me identifiqué, salvo por el detalle de que yo sigo empeñada, contra viento y marea, en que la inercia no desahucie al amor. Recordando el primer coche de mi familia, un seiscientos BI-140852, mis manchas, una en el antebrazo derecho, la otra en…, llegué a mi relato favorito, “Titulares”. La razón es porque a pesar del paso de los años sigo siendo una eterna soñadora y romántica. Las páginas, los nombres y las fechas fueron avanzando en el libro. “XL” me hizo reflexionar sobre las historias que se repiten en el tiempo. Mi madre compró a mi hermano el mayor una trenca bastante cara, que nunca llegó a llenar. Soberbio el toque negro final. Sumergida en la lectura llegué a la pregunta ¿A qué huelen las nubes? del relato “Elija su destino”. No supe darle respuesta, pero si logré responder a qué sabían. También me di cuenta que yo no me he reproducido, puedo asegurar que tengo dos hijos verdaderamente originales. El relato 59 me arrancó verdaderamente la mayor sonrisa, por totalmente desconocido e inesperado final. In “Crescendo” en interés por saborear cada palabra, frase, párrafo…llegué al final.
ResponderEliminarMe gustó el libro de nuestro compañero Aster. Consiguió que sonriese, que meditase, que me inspirase y, sobre todo, que rememorase momentos que se repiten en muchas vidas y que él cuenta, como siempre, con un toque de exquisito ingenio.
José Antonio, gracias por esta maravillosa entrada, tan a tu estilo. Reconozco que con Aster no puedo ser imparcial. Entre otras cosas puso la web a mis pies y me ayudó a llevarme bien con ella. Eso es lo que ha permitido que estemos aquí y ahora. También he de reconocer que me ha emocionado un poquito por haberme sentido Celestina de vuestro encuentro ya que, como bien dice Maribel, desde el principio me parecisteis almas muy gemelas literariamente.
Un abrazo a ambos.
Gracias, José Antonio:
ResponderEliminarMás que un post, esta entrada es un ejercicio de complicidad: veo que has leído entre líneas y has pagado ese altísimo precio que menciona Mari Carmen; veo, además -y eso sí que me halaga profundamente- que lo has disfrutado.
Un lujo asomarme a este mirador; un placer encontrame aquí con los compañeros de La Nieve que siguen, a pesar del tiempo y de los desengaños cibernéticos ("encontrar un aliado en medio de la nieve, ver las huellas de otro rompiendo la monotonía blanca, ayuda a seguir caminando, a continuar escribiendo")- a mi lado.
Mari Carmen, Maribel, Emilio, Alicia: me dejáis sin palabras con vuestros comentarios, con vuestro repaso al contenido del volumen y de su contraportada...
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Emilio,
ResponderEliminarMira que hay libros que anuncian por la tele, mira que hay libros de cuatrocientas páginas. El futuro, amigo mío, son los libros de Aster. Menos de cien páginas y un millón de ideas.
Por cierto, no creas que te libras. Ya tengo perfilada la reseña de Corales.
Un abrazo.
Hola Alicia,
ResponderEliminarY no olvidemos a la doctora Uriarte del relato "Las horas". Todos necesitamos una mano amiga para las horas bajas.
Un abrazo.
Hola Aster,
ResponderEliminarLa Nieve ha sido muy inspiradora (y no trato de hacer una metáfora de la cocaína). No es tan sólo la literatura lo que nos une. Creo que nos tenemos auténtico respeto.
Hasta el próximo libro.
Un abrazo.
Estoy segura de que el libro merece todos los elogios y espero poder leerlo y disfrutarlo.
ResponderEliminarUn abrazo a todos
Te lo dejo, Liuva, cuando me devuelvas el de Microrrelatos eróticos. Ya lo sé, es que ese libro tiene mucho vicio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esto... ejem... La verdad que estoy tardando demasiado en devolvértelo. Pero es que lo cojo a ratos. A ver si me aplico.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tranquila, Liuva, es de esos libros que parecen cortos pero se hacen largos.
ResponderEliminarLe faltan ilustraciones del Kamasutra.
Ta'luego.
Por cierto, Aster, un libro de microrrelatos que no te deberías perder. He aquí una pequeña muestra del buen hacer de este escritor murciano:
ResponderEliminarLADRONES DE ARTE
Robaron todos los lienzos del Museo de Arte Conceptual y dejaron tan sólo los marcos, pero, hasta pasados unos días, nadie se dio cuenta.
MOYANO, Manuel, El imperio de Chu, ed. Tres Fronteras, 2008, p.48
Genial, ahora me apetece aprender a conducir para poder leerlo... Creo que te odio. Un poquito.
ResponderEliminarClaro que estaré, y llevaré sorpresas, no lo dudes (no, no son tomates).
Miedo me dan tus sorpresas, Seph. Espero que sean musicales.
ResponderEliminarUn abrazo.