Mientras Nuria decide ir a robar al Corte Inglés —vaya ocurrencia—, yo
opto por darle a la invisibilidad un fin más provechoso. Nos ha desvelado el
ruido de la ducha a las ocho de la mañana. La amiga que alojó anoche a este par
de pájaras es conserje en un edificio oficial.
Al tomar conciencia
de mis, llamémoslos así, poderes, creo que una responsabilidad nueva me llama a
ejercer de cicerone. Usted, lector, será el visitante privilegiado de este
museo del hombre.
Camino sin prisa,
disfrutando del paseo por la ciudad. No hace ni frío ni calor, sino un clima
benigno que no presagia nada bueno. Al principio, esquivo a los transeúntes
como una persona normal. Cuando caigo en la estupidez de mi acto, me echo a
reír. Más de uno se gira con temor hacia el vacío, y acelera la marcha.
Entro en el edificio
donde, en unos minutos, comenzará la rueda de prensa. No cabe un alfiler en el
salón. El hombre de la barba rala comparece ante los medios para hablar de las
medidas que su gobierno va a tomar, a partir de ahora, para atajar los casos de
corrupción.
Cuando anuncia la
tercera norma, tan tibia como las dos anteriores, se queda congelado en la
frase «habrá tolerancia…». Con un gesto de dolor infinito en la cara, acierta a
decir aún «… cero». Los fotógrafos inmortalizan lo que podría resultar, con
suerte, un infarto en directo.
Aflojo un poco la
presión en los testículos, no sea que se desmaye sin terminar su discurso. Mira
a todas partes asustado. Suda copiosamente. La vicepresidenta le ofrece un vaso
de agua.
Después de beber,
dice lo que le he susurrado al oído que diga. Lo repite varias veces para que
no exista ningún género de duda.
—La única medida efectiva contra la
corrupción es que, de aquí en adelante, una mujer asuma el gobierno.
Un paseo por el filo de la navaja. No está nada mal, a fin de cuentas, de lo que se siembra se cría.
ResponderEliminarMe gusta esta forma tan directa de narrar porque introduces al lector dentro de la propia historia. Si en algo no estoy de acuerdo es en la actitud de la protagonista; ella misma está utilizando los métodos sucios que usan los 'machos': la tortura y la intimidación.
Este final tinta de realismo el capítulo: cuando el poder está al alcance de los oprimidos, cabe la posibilidad de que se olvide el argumento ético usado para conquistar la libertad y la igualdad.
Felicidades y un abrazo.
Se va agudizando el feminismo extremo de Tina, que es la otra cara de la moneda del machismo. Celebro que sigas la historia con interés y que, como yo, prefieras posturas más sosegadas.
EliminarUn abrazo.
Genial! Este episodio me parece divertido pero me queda la duda de si es algo casual o premeditado.
ResponderEliminarHe leído los otros capítulos, me parece muy original la forma de hacerse invisibles ja, ja. Espero que sigas escribiendo más.
Muchas gracias por leer y opinar. En cuanto a tu duda, yo creo que hay alevosía en su acto.
EliminarUn abrazo.
Jose, esta historia tuya está tomando tales caminos y dimensiones que tiene visos de poder llegar a cambiar la historia nuestra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Siempre me he planteado por qué no una presidenta, aunque me temo que lo importante no es que sea hombre o mujer.
EliminarUn abrazo.
Lo de robar en el Corte Inglés me ha hecho gracia, ya descubrirás por qué.
ResponderEliminarDespués de leerte solo te digo una cosa: yo quiero ser invisible. Fantástica entrega.
Un abrazo.
Ya imagino a qué te refieres. Si hasta telepatía tenemos.
EliminarSeguramente la invisibilidad del escritor es uno de sus dones más preciados.
Un abrazo.