martes, 19 de febrero de 2013

LOS PUNTOS SOBRE LAS ÍES

 #Dedicado a Liuva

     Rosa encendió la luz del cuarto de baño. Eran las siete de la mañana. Una voz familiar le advirtió del peligro.
     «Escapa ahora que puedes. Vete lejos. A un lugar concurrido. Él está a punto de despertarse. Y entonces ya sabes lo que va a ocurrir.»
     «¿Adónde? No hay escapatoria. Él me encontraría aunque me escondiera en los confines de la tierra.»
     «Pues vuelve a la cama. Sigue durmiendo. Tómate un frasco entero de pastillas.»
     «Lo siento, tengo que trabajar.»
     Lentamente, Rosa se fue desnudando para darse una ducha. El agua estaba un poco fría y eso la reconfortaba.
     Cuando se quitó el albornoz para vestirse, no pudo evitar que su barbilla descendiera y su vista se posara en la cicatriz.
     El pecho fantasma la saludó entonces con su habitual tono de burla:
     «Hace un día espléndido para ir a la playa, ¿no crees?»
     «Quizás el domingo.»
     «¡Venga ya! No me hagas reír. El verano pasado no te pusiste el bañador ni una sola vez.»
     «Los médicos dijeron…»
     «No dijeron un carajo. Estás curada y tú lo sabes.»
     «Era demasiado pronto.»
     «Me temo que siempre va a ser demasiado pronto para ti, querida.»
     «Bueno, bueno, no me atosigues. Necesito pensarlo.»
     «No hay nada que pensar. No te estoy pidiendo que hagas topless. Sólo un par de capuzones.»
     «Seguiremos esta conversación en otro momento. Ahora tengo que vestirme urgentemente. Se me hace tarde.»
     El pecho fantasma no la dejó vestirse en paz, sino que le regaló el oído con la segunda cinta rayada del día:
     «No soporto ese sujetador de relleno. Me tiene frito.»
     «Yo tampoco, pero es estético.»
     «¿A quién coño le importa la estética? ¿Es que nunca has visto un pase de modelos? Desfila una joven esquelética con una hoja de parra cubriéndole sus partes pudendas, y a eso lo llaman creatividad.»
     «¿No querrás que alguien note…?»
     «Dilo. Anda. No te cortes.»
     «No pienso decirlo.»
     «Yo lo diré por ti. Que alguien note que estás horriblemente mutilada.»
     «¿Y qué? ¿Algún problema?»
     «Me preocupo por ti. Eso es todo.»
     «Mira, te conozco de sobra. Yo te importo un comino. Lo que pasa es que el sujetador te impide decir lo que te da la gana. Y a los bocazas como tú eso les revienta.»
     Dicho esto, Rosa se abrochó el cierre del sujetador y el pecho fantasma se puso a rezongar como un marido despechado.
     «Así está mejor. Calladito estás más guapo.»
     A la mañana siguiente, ella no esperó a que él iniciara su infantil retahíla de quejas y reproches. En cuanto abrió la boca, le puso los puntos sobre las íes.
     «No pienso ir a la playa ni quemar el sujetador de relleno. Al menos, hasta que no llegue tu sustituto de silicona. Va siendo hora de que busques otra tonta a la que fastidiar.»
     Durante unos instantes, la callada por respuesta. Una mosca zumbona se posó encima de un grifo que goteaba sin descanso. Rosa no pudo evitar que, antes de enmudecer dos o tres días, el pecho fantasma le escupiera:
     «Puta.»


Atlantis, 2012

6 comentarios:

  1. Uno de los que más me gustó por su compromiso social. Sí señor. Es un placer volver a leerlo. Muchas gracias, primo.

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  2. Jose Antonio, en su momento me costó mucho, pero mucho, intentar digerir este texto. A día de hoy, lo vuelvo a leer y me cuesta empatizar con esa intención que parece que tu buscabas con el mismo.

    Pero hay algo que comparto completamente contigo, esos ánimos para Liuva y para todas las personas que, al igual que ella, les toca vivir momentos de incertidumbre y zozobra. Somos muchas las que lo podemos contar.

    Un abrazo.

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    1. Si has pasado por ahí, como insinúas, tal vez por eso te haya resultado tan difícil digerir el cuento. En fin, nunca se convence del todo a nadie.

      Un abrazo.

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  3. Yo también le susurro ánimo a Liuva y a tantas otras valientes que vencerán la batalla.

    Un abrazo.

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    1. Liuva me ha notificado que su fantasma, el sujetador de relleno y ella misma se llevan de puta madre.

      Un abrazo.

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