
En sus primeras palabras ante miles de simpatizantes estuvo a punto de decir «ha sido trampa, una vil y sucia maniobra del partido demócrata para alejarme del poder, voy a denunciar el fraude electoral», pero en el último segundo vio por el rabillo del ojo el abrigo de su esposa, valorado en más de doce mil dólares, y reaccionó diciéndose: «What the fuck, I’ve won!». Entonces se permitió el lujo de ser conciliador en su discurso. Ya tendría tiempo de aplastar a esas cucarachas de inmigrantes y mujeres.
Es una broma pesada para el mundo entero, salvo para "los suyos", claro. Creo que me voy a nacionalizar "jupiteriana"; sí, eso haré, para estar bien lejos de éste y otros personajes similares.
ResponderEliminarUn abrazo y que el sentido del humor te acompañe.
El humor no se puede radicalizar, ni tampoco comprar. Surge espontáneo como un pedo en una convención de vendedores de lavadoras.
EliminarUn abrazo.