miércoles, 31 de mayo de 2023

CAMINANTES




Para todo aquel que no lo sepa, la Romería de la Santa Faz es una peregrinación que realizamos los alicantinos al monasterio del mismo nombre el segundo jueves después de Semana Santa. Los motivos pueden ser religiosos o no. De hecho, existen muchos alicientes para darse una caminata de cinco kilómetros. Entre ellos, el mercadillo donde no falta la típica caña de azúcar.

Trescientas cincuenta mil personas se reunieron este año en una pedanía de poco más de setecientos habitantes. Lo sé porque estuve allí con mi madre. Soportamos con estoicismo una cola de una hora para entrar al templo. El buen tiempo y el fin de las restricciones de la Pandemia han contribuido a un record de afluencia.

Mi plan original era no asistir, pero mis padres me inculcaron la tradición desde niño. Luego he peregrinado con mi mujer y mis hijos. Lo llevo en la sangre como una droga.

Evidentemente, los ochenta y ocho años de mi madre nos obligaron a coger el autobús. Nada de exhibiciones físicas. Durante la cola, nos protegimos del sol. Una anciana que iba delante no lo hizo y pagó las consecuencias con un golpe de calor.

El despliegue policial y sanitario —propio de un concierto de los Rolling Stones— facilitó ese baño de multitudes que añorábamos sin saberlo, esa explosión de alegría fuera de toda lógica. Al volver a casa, calenté la comida hecha por mi hijo. Luego abandoné el reloj en cualquier rincón y sentí el dulce cansancio del caminante.

miércoles, 24 de mayo de 2023

UNA FERIA SIN ALMA
















La Feria del Libro de Alicante está al borde de la extremaunción. Su edición de 2023 así lo demuestra. Quizá no interesa a un Luis Barcala más preocupado por la campaña electoral, pero no solo de Hogueras ni de playa vive la millor terreta del món. Una parte de la ciudadanía desea ganarle tiempo al tiempo con un buen libro entre las manos.

Mi pequeño ritual de todos los años consiste en ir una vez solo y otra acompañado. El miércoles por la mañana acudo a la Plaza Séneca con esa libertad que da el no depender de nadie. Al primer vistazo, se me cae el alma a los pies. Calvas entre las casetas. Ambiente de tanatorio. Gente insuficiente para camuflarse.

Inicio la visita, pues, parapetado tras un programa. Evito metódicamente las firmas de autores, hipersensibilizado por quienes no saben hacer la o con un canuto y, a pesar de ello, escriben libros como churros. Todos conocemos algún caso.

Constato que apenas hay libros en los mostradores salvo las novedades editoriales. ¿Por qué llevo una lista de títulos en el móvil de hace uno o dos años si sé que ya pertenecen al Pleistoceno? Un simpático editor dispara a bocajarro si me gusta leer. Intenta entablar una charla que derive en una posible compra, pero esas obviedades mejor callárselas. Nadie en su sano juicio le pregunta a un asistente a un concierto si le gusta la música. Un poco más allá, un puesto del Ministerio de Defensa. Lo que faltaba para sentirse cohibido. Señor, sí señor.

El sábado amenaza tormenta. Un grupo baila zumba, pero no entiendo su relación con el mundo del libro. A lo mejor los escritores somos una panda de zumbados. Tomo un vermú en compañía de un amigo mientras el cielo se derrama.                           

miércoles, 17 de mayo de 2023

ADOLESCENTES













Trato de establecer puentes entre los dos, pero ha heredado el carácter de su abuelo. Hosco. Cortante. Altivo. Sabelotodo. Cocinar se ha convertido en una de las pocas cosas que hacemos juntos. Debería estar orgulloso de que rechace una copa de vino tinto mientras reboza el pescado. Alega que luego tiene que estudiar. Entonces mi hijo me propone una última diablura, una chiquillada. Nos llaman a comer y no acudimos. Llevamos el pasotismo al extremo de tardar toda una eternidad. El perro se ha dado un festín gracias a nuestra estúpida payasada.

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