Requisitos
para ser una persona normal (Leticia Dolera, 2015) es una película española
que cuestiona el concepto de normalidad desde un punto de vista humorístico. Nos
educan —o debería decir programan— de acuerdo a unos determinados parámetros
para lograr la felicidad: tener un trabajo, un piso, una familia y vida social.
Sin embargo, nada más extraño que una persona completamente normal.
Algo
similar le ocurre a Candela Freire, la protagonista absoluta de Dime la verdad (Amazon, 2020). Su vida
familiar no encaja dentro de lo políticamente correcto. Está fuera del sistema
por un triste infortunio. Su marido desapareció en una misión humanitaria cinco
años atrás y acaba de ser declarada viuda por un abogado. No obstante, sospecha
que sigue vivo. Con esta intrigante premisa, Maribel Romero Soler regresa a la
novela para adultos que tan buenos resultados le dio en El peso de las horas, Finalista del XXXIV Premio Azorín de Novela.
Me
gustaría comentar a continuación algunas rarezas que alejan este libro de lo
convencional. En primer lugar, un número de páginas insólito en la obra de
Maribel Romero —casi cuatrocientas— donde el narrador omnisciente no resta
cercanía ni autenticidad a unos personajes que parecen tener vida propia más allá
de la página. En segundo término, la novela pertenece al género del suspense o
thriller. También podría catalogarse de obra romántica con tintes eróticos por
su descripción audaz y desinhibida de escenas sexuales como la del banco, entre
otras. Nada que envidiar a la adictiva prosa de Jordi Sierra i Fabra. Finalmente,
una grata sorpresa: la acción principal sucede en Alicante y no en la ciudad de
nacimiento de su autora. De hecho, Candela tiene un piso en la emblemática
Explanada.
El capítulo
ocho da un giro radical al planteamiento previo. Estalla el nudo y, de paso, ofrece
una clase magistral de cómo enganchar a los lectores mediante una dosificación
precisa de la información.
Una
atmósfera de cierto pesimismo impregna la novela, pero la escritora ilicitana
pone en boca de sus personajes oportunas bromas que rebajan la tensión y el
drama. El lenguaje opta por la llaneza y un uso pragmático que no deja lugar a
florituras ni a aspavientos poéticos. De todas maneras, siempre surgen bellos
pasajes: «Lo que nos hace verdaderamente humanos es nuestro afán de torcer las
líneas rectas.» También aparece la jerga propia del derecho con palabras tan
curiosas como «fedatario». Esto otorga verosimilitud a la narración.
Maribel
Romero se ha hecho mayor literariamente hablando. No solo por la extensión de Dime la verdad, sino, sobre todo, por la
profundidad de temas que aborda, entre los que destaca la búsqueda de lo
auténtico o el feminismo bien entendido. Me atrevería a decir, huyendo de esa
normalidad hecha para conformistas, que sus libros forman parte de mi familia
cultural. Una lectura que enseña a querernos un poco más.