miércoles, 23 de febrero de 2022

EL LENGUAJE DE LOS SUEÑOS



El otro día leí en cierta famosa revista de cotilleos que los sueños son soluciones del cerebro a los problemas de la vida diaria. Me pareció una definición tan curiosa como simplista, sobre todo a tenor de mis últimas experiencias oníricas.

Soñé a principios de año que asistía al funeral de Pau Gasol, quien, por fortuna, solo se ha retirado del baloncesto profesional. Lo realmente insólito es que era amigo personal del jugador y debía pronunciar, al estilo americano, el panegírico. Desgraciadamente, había traspapelado el discurso. Pude recurrir al de mi madre, también presente en el sepelio, pero, al final, decidí improvisar unas sentidas palabras.

Más recientemente, soñé que estaba en una especie de terminal. Allí, en medio del tráfico de viajeros, mi madre se atrevía a confesarme que, a sus ochenta y siete años, se había vuelto a casar. La miré con los ojos como platos. No quise oír más detalles, pero ella no podía callar. El nuevo marido era un negro de veinticinco años con el pelo a lo afro. Por arte de birlibirloque, el chico apareció ante mí y me lo presentó. Desde una ventana del edificio, se distinguía un grafiti sobre un muro. Me dijo, con orgullo mal disimulado, que lo había pintado él.

No dejan de ser delirantes las salidas que propone mi cerebro ante los escollos de la existencia. Quizá soñar no sea otra cosa que dar rienda suelta a un humorista reprimido en medio de tanta racionalidad absurda. En cualquier caso, me atrevería a interpretar que una etapa termina y otra comienza. Ojalá la vieja alianza entre el día y la noche haga más llevaderas las nuevas realidades.


miércoles, 16 de febrero de 2022

LA CONSULTA


Caminó con pasos vaporosos a través de la niebla que envolvía la ciudad como un cristal esmerilado, subió la escalinata del edificio y atravesó la puerta de la consulta con enojosa facilidad.
     —Me he muerto, doctor, pero no ha aparecido ninguna luz. Todo sigue igual, salvo que casi nadie puede verme. Afortunadamente, usted…
     —Haga vida normal.

miércoles, 9 de febrero de 2022

EL HOMBRE DE ESPALDAS

















Durante uno de sus solitarios paseos, vio a su padre pescando doradas en el Tiro Pichón. Parecía imposible —había fallecido recientemente—, pero el corazón le decía que era él. Siempre de espaldas, siempre mirando al mar. Con solo pensar en comprobarlo, temblaba de pies a cabeza. Cuando estaba a punto de rozarle un hombro, se caló la inconfundible gorra de marinero que fue a la basura.


Incluido en la antología Microterrores publicada por Diversidad Literaria.

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