VIERNES SANTO
Después
de recoger unos papeles en la inmobiliaria, bajo a la playa de La Babilonia a
mojarme los pies. Viento fresco y sol ardiente. Oleaje tan intenso que parece
el rugido de un león. Por la noche, la sorpresa que un ateo jamás espera. Todas
las Cofradías desfilan por mi calle en la Solemne Procesión del Santo Entierro
de Cristo. Decido tomármelo con calma y sacar unas fotografías para mis
suegros.
SÁBADO SANTO
Practico senderismo
en la pinada. Algunos árboles recuerdan a esqueletos calcinados debido al
salitre del mar. Culpan de ello al cambio de vientos y mareas ocasionado por un
espigón que fue construido sin su correspondiente estudio del impacto
ambiental. Necesita una repoblación urgente, pero esta no se realizará con
pinos, sino con arbustos que puedan crecer en entornos desérticos. Es el fin
del sueño del ingeniero Mira y el regreso al sistema de duna móvil.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN
He oído
tambores. Levanto la persiana de mi habitación con los ojos aún velados por el
sueño. La Procesión del Encuentro es menos gótica que la de Viernes Santo. Las
aleluyas caen de los balcones como confeti. Después de la oscuridad, llega la
luz.
LUNES DE PASCUA
El río
Segura culebrea verdoso durante mi caminata. El objetivo original de llegar a
Rojales se diluye porque me he perdido entre cañaverales. Después de más de una
hora disfrutando de un sol y un aire templados, al fin reconozco una
bifurcación. Me enorgullece no haber preguntado a otros senderistas que se han
cruzado conmigo. Elijo a la primera el sendero que me llevará de vuelta a casa.
Antes de regresar
a Alicante, visito a una amiga bibliotecaria en su puesto de trabajo. Luego me
dirijo, sin decidirlo previamente, a la Casa Museo del ingeniero Mira. Es un
placer recorrerla completamente solo. El suelo conserva las baldosas de aquella
época. Un hombre de larga barba blanca me observa desde el pasado.