miércoles, 27 de noviembre de 2024

APOCALIPSIS Z


La película, que acaba de estrenar Prime Video bajo la dirección de Carles Torrens, desvirtúa la magnífica novela que Manel Loureiro publicó en 2007 con la editorial Dolmen. En el libro, un joven abogado solitario narra a través de un blog el desmoronamiento de la sociedad en el contexto de una pandemia zombi. Gracias a la primera persona, te involucras en la historia como si se tratara de un videojuego inmersivo. En el celuloide, la historia se cuenta desde la tercera persona. Todo se vuelve tan impersonal y aséptico que el espectador no sufre ni se emociona con los personajes, sino que los contempla desde la más absoluta indiferencia.

Vamos a repasar, uno a uno, los principales papeles del largometraje.

Francisco Ortiz interpreta a Manel, el protagonista. Un desacierto total porque no consigue transmitir la devastación que supone la pérdida de su esposa en accidente de tráfico ni el horror que está viviendo. También ha desaparecido su clásico lenguaje repleto de tacos.

Berta Vázquez es Lucía. Su historia de amor con Manel —la chica aún no ha cumplido dieciocho años y él supera la treintena— se vuelve convencional en el guion. Otra metedura de pata, pues refleja cómo cambian los valores morales en un mundo posapocalíptico.

José María Yazpik da vida a Viktor Pritchenko, el piloto de helicóptero ucraniano que se convierte en el mejor amigo de Manel. Sus largos bigotes rubios y su gran carisma recuerdan a Astérix. En la pantalla, tiene menos sangre en las venas que un muñeco de ventriloquía.

Las adaptaciones de la literatura al cine siempre decepcionan porque la lectura excita la imaginación de una forma inigualable. Sin embargo, este producto descafeinado me parece una traición al libro original. Cómo se echa de menos el trasfondo social de los zombis de George A. Romero.


miércoles, 13 de noviembre de 2024

EL ANIMAL QUE LLEVAS DENTRO






















Cierta amiga me dijo que El antropoide (Candaya, 2021) le había parecido pornográfico. Aquel comentario, sin duda, espoleó mi curiosidad como la mejor de las reseñas. No me entusiasman los saltos mortales lingüísticos de Fernando Parra Nogueras, pero reconozco que su estilo abarrocado es literatura en estado puro. Muy Luis Landero. Eso sin contar la hondura humana que destila cada nueva historia que el autor alicantino nos regala. Por eso, al toparme con la novela dedicada a la biblioteca Azorín por su contribución a la cultura no lo pensé dos veces.

Podríamos caer en la tentación simplista de decir que nos encontramos ante Las edades de Lulú en versión masculina. No obstante, hallo una carga emocional mayor y un lenguaje más poético que en el clásico de Almudena Grandes. Eduardo es un adicto al sexo que se siente culpable de sus inclinaciones. El amor de Cloe, secretaria en el periódico donde trabaja, aplaca sus instintos durante una temporada. Sin embargo, el lobo de la carne solo espera la oportunidad de saltar sobre él y devorarlo.

Como en la canción «Animal» de Luis Eduardo Aute, El antropoide es una defensa del instinto que la sociedad y la cultura domestican siempre que no haga daño a nadie. Ese señor Hyde que todos llevamos dentro y cuya negación suele ser fuente de tanta infelicidad. En tiempos donde la libertad de expresión está cada vez más vigilada por la policía de lo correcto y donde la gente se rasga las vestiduras por cualquier tontería, debo decir que me ha encantado. Ojalá Fernando Parra Nogueras continúe sin reprimir su verbo desnudo. No concebiríamos a Bukowski en plan modoso.

miércoles, 6 de noviembre de 2024

AVALANCHA


La noche cayó
de repente
como una negra riada.

Los garajes fueron ratoneras;
las calles, alfareras.

La ayuda llegó
tan tarde
que Halloween temblaba.

Hubo una avalancha
de solidaridad.


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