jueves, 23 de diciembre de 2021
EL PASEO
miércoles, 15 de diciembre de 2021
LA EXTRAÑA PAREJA
miércoles, 8 de diciembre de 2021
QUERERES
miércoles, 17 de noviembre de 2021
GRUPOS
Pese a su mala reputación, la tecnología, por una vez, ha resultado una aliada para que un tímido como yo creara dos grupos en una conocida plataforma: Escritores Lobo y La Salamanquesa.
Escritores Lobo es, como su nombre indica, una manada de gente que aúlla letras. Solo por contradecir nuestra fama de solitarios, suelo compartir algunas creaciones para ver la reacción de mis compañeros. No se me caen los anillos. A veces sufro chascos como cualquier escritor: la genialidad hay que trabajársela.
La Salamanquesa es un grupo que pretende demostrar que existen actos culturales de calidad en Alicante. La literatura, la música, la pintura, el teatro, la danza y la solidaridad tienen cabida en un universo que incluye quedadas para disfrutar juntos del arte.
Supongo que os gustaría saber mi receta para que los grupos resistan el paso del tiempo. No la tengo. Personalmente, prefiero cuatro gatos buenos a cien malos. Existen mejores cosas en la vida que andar pegado a un móvil.miércoles, 3 de noviembre de 2021
LOS ASESORES
miércoles, 20 de octubre de 2021
NACIONALIDADES
miércoles, 6 de octubre de 2021
ROPA VIEJA
miércoles, 22 de septiembre de 2021
DUELO AL SOL
miércoles, 15 de septiembre de 2021
MI PADRE FUE TERMINATOR
miércoles, 25 de agosto de 2021
ENTRE PASOTAS Y FANÁTICOS
Entre junio y julio pasé, igual que miles de alicantinos, por los malogrados estudios cinematográficos de Ciudad de la Luz. Mis sentimientos oscilaban entre el nerviosismo y la ilusión después de tan larga espera. He de decir que el personal sanitario me atendió de maravilla, que apenas sentí el pinchazo y que, por suerte, los efectos secundarios fueron soportables. Solo tengo una queja: la palabra «vacunódromos». Que no somos caballos, oiga.
Desde entonces, no ha cambiado un ápice mi conducta. Sigo llevando mascarilla tanto al aire libre como en interiores. Sencillamente, me parece más cómodo que andarse quitando y poniendo el dichoso trozo de tela. A juzgar por lo que observo en la calle, mucha gente —incluso joven— también ha desobedecido la norma que exime de llevar cubrebocas siempre que se pueda mantener la distancia social.
No soy el único que, como digo, hace lo que le parece más oportuno en una situación excepcional. Para eso vivimos en democracia. Sin embargo, he sigo testigo este verano de comportamientos verdaderamente insólitos. Casi diría que aterradores. Están los dos extremos: los pasotas y los fanáticos. En el primer grupo cabría ese personaje que viaja en autobús con la mascarilla bajada. Porque sí. Porque él o ella lo vale. No le teme a nada ni a nadie. Su egoísmo no tiene límites. Qué quieren que les diga: me gustaría gritarle, pero permanezco mudo. Seguro que tú no te habrías callado. El segundo grupo lo formaría quien vive con miedo: deportistas embozados que obligan a sus pulmones a un ejercicio de masoquismo, gente que nunca sale de casa, que apenas se relaciona, que ni siquiera besa a su pareja. Pronto serán los nuevos Hare Krishna.
Seguramente, nos quedarán cicatrices psicológicas. Hay quien pedirá un certificado de vacunación para dar un abrazo; otros, en cambio, buscamos a nuestros semejantes para no perder el tesoro de la ternura.
jueves, 8 de julio de 2021
UN POCO DE TU CARIÑO
Me puse patas arriba como el perro, dejé la lengua colgandera y añadí al surrealista cuadro los ojos lastimeros que había ensayado tantas horas en el espejo. Ni por esas. Todas las cucamonas y arrumacos de mi hija fueron otra vez para ese detestable animal.
jueves, 24 de junio de 2021
HAIKUS DE SAN JUAN
miércoles, 16 de junio de 2021
FAQUIR
miércoles, 2 de junio de 2021
UNA FERIA DE MUERTE
miércoles, 26 de mayo de 2021
TRECE ROSAS EN ANDARES DE ESCRITOR
Cómo pasa el tiempo. Casi tres años hace ya que publiqué Trece rosas negras (Tres Columnas, 2018). No he parado de leer, escribir y saborear los sencillos placeres de la vida desde entonces. Me gusta detenerme en la literatura de otros, disfrutar y aprender. Detesto la sobreexposición pública; tengo alma de lobo.
El escritor Jorge Alonso Curiel ha tenido la inmensa amabilidad de dedicarle una reseña que habla por sí sola. Destaco algunas frases:«Escribir es saber elegir»
«Tiene muy presente que al lector nunca hay que aburrirle, que siempre hay que tratarle con respeto, y así su literatura se mueve como pez en el agua en las distancias cortas, (…) consiguiendo hacer las delicias de los lectores inteligentes…»
«Existe una tendencia y un gusto por situarse dentro del género fantástico, (…) pero en su literatura hay mucho más, ya que lo “extraordinario” abarca otros terrenos. Se reconocen (…) una inquietud, una turbiedad y un extrañamiento que recuerdan el surrealismo buñueliano y la literatura del absurdo…»
«Escritor en mayúsculas, escritor lento pero seguro, que no tiene prisa por publicar…»
Si queréis leer la reseña completa, podéis hacerlo en Andares de escritor. Solo me queda agradecer a Jorge Alonso Curiel tanta generosidad. De corazón.
miércoles, 12 de mayo de 2021
EL MENDIGO
Estuve a punto de inventar cualquier excusa, pero, en el último momento, recordé algo. Hurgué en mi mochila, extraje la moneda y se la di.
—¿Esto qué pollas es? —espetó el mendigo abandonando el peloteo almibarado de antes. Por un orificio practicado en la moneda pasaba el hilo torzal que yo sostenía con el índice y el pulgar de una mano.
Le invité a chatos. Mientras se atusaba la barba con algunas gotas del precioso líquido, le aconsejé que, en adelante, hablara con propiedad. Se fue haciendo eses, diciendo que era un tío grande y me dejó sin un euro en el bolsillo.
miércoles, 28 de abril de 2021
LOBO
miércoles, 21 de abril de 2021
LA ROMERÍA
La lluvia que cae incesante al otro
lado del cristal no habría frenado al peregrino, sea por devoción o por
celebración de la vida. Yo mismo he asistido a incontables romerías —primero
con mis padres y luego con mi propia familia— pese a las climatologías más
adversas.
Mis padres madrugaban para no perderse los rollitos de anís ni la mistela que repartían en la paraeta situada a mitad de camino. Recuerdo el cúmulo de brazos extendidos y manos abiertas sobre el mostrador, la mezcla de sudores, la algarabía.
Más adelante, mi mujer y yo decidimos hacer la caminata al atardecer siempre que no lloviera. Menos gente y la posibilidad nada despreciable de dormir toda la mañana. Además, llevábamos a los niños en el cochecito. Aún sonreímos al evocar aquella vez que, siendo novios, unos gitanos nos timaron con un juego de números escritos en rollitos de papel.
Últimamente, los puestos del mercadillo aledaño a Santa Faz rozan la quincallería. Supongo que me hago viejo. Mis hijos también han dejado atrás las pueriles atracciones de feria. No sé si volveremos a peregrinar juntos hasta el monasterio, pero, afortunadamente, el viaje de la vida continúa.miércoles, 31 de marzo de 2021
EL LOCO DE LA CALLE
Hace muchos años, tuve una novia que se emocionaba contemplando las palomas. Como el principio de Rebeca (Alfred Hitchcock, 1940), regreso a aquel tiempo solo en sueños. Revivo sus ojos húmedos, un poco avergonzados de dar ese espectáculo. Tristes y alegres a la vez.
La poesía de Jorge Alonso Curiel solo se puede entender desde la emoción y la verdad. Nada de juegos de artificio. Nada de piruetas lingüísticas que solo los poetas comprenden. Nada, nunca, nadie y no son sus palabras preferidas. Para él, el arte es «El loco de la calle» que cantaba El Último de la Fila. O, como decía Pessoa, «vive en la misma calle que la vida».No hablamos de un escritor en ciernes. Acaba de publicar su tercer poemario tras Es mejor el sueño (Babel Books Inc., 2007) y Reflejos en el cristal cotidiano (Playa de Ákaba, 2016). Ni siquiera se centra exclusivamente en un género, pues la versatilidad constituye una de sus cualidades. Ha escrito novela, cuento, crítica literaria y cinematográfica, artículos periodísticos. Hasta se ha atrevido a adaptar El lazarillo de Tormes al castellano actual.
Las manos del sueño (Ediciones Vitruvio, 2020) tampoco es un título escogido al azar, sino surgido del poema «Soñé anoche». El poeta sueña con las manos de una mujer que conoció pero ha muerto. Dichas manos resumen perfectamente el libro y su poesía: representan la dificultad de entender nuestra condición humana y el desengaño que nos produce una realidad en la que no encajamos.
Destacaría tres características del poemario que sorprenderán a los lectores: la facilidad de comprensión, la cercanía humana y la sencillez del lenguaje. A estas virtudes, habría que añadirle algunas curiosidades que detallo a continuación. Los poemas se presentan sin título ni rima, emplean el verso libre y ocupan una extensión entre media y breve ―aunque los hay ciertamente brevísimos―. Jorge Alonso Curiel hace suyo un lema propio del cuento: menos es más.
Durante la lectura y relectura de los versos, he sentido latir la franqueza de Gloria Fuertes, el nihilismo de Bukowski o la bonhomía de Antonio Machado: «Aquel en el que me pidan / que puntúe del uno al diez / lo que ha sido el camino de mi vida.» Sin embargo, el autor no se conforma con imitar a sus ídolos. Logra el prodigio de una voz propia.
Los temas que aborda Las manos del sueño son universales y están de rabiosa actualidad. La mujer, el desamor, la violencia de género, las ventajas de la edad y la soledad positiva son solo algunos de ellos. Llama la atención su visión pesimista de las personas especialmente sensibles: «Que ser humano es un desvío, / un gen modificado, / algo por debajo / de lo normal. / Un ser repleto de sensibilidad / no entra en la lógica…» El oficio de escritor tampoco sale muy bien parado: «Abocados al fracaso están los escritores. / No hay salida para ellos / que no sea la desesperación. / No hay recompensas, no hay éxitos, / no hay apenas abrazos. / No hay dinero. / Se trata de una travesía demasiado amarga. (…) Ser escritor es haber hecho muy mal las / cosas en otra vida.»
Un aire de melancolía recorre los poemas de Jorge Alonso Curiel, sobre todo cuando reinventa conceptos. Del amor dice que es un «arma de destrucción masiva». Compara la amistad con «una taza vacía que permanece así cuando tienes sed». Quien no haya sufrido por ellos, que se atreva a rebatirlo. Las manos del sueño refleja bocados de realidad que no escatiman un atisbo de esperanza. Como la vida misma.
miércoles, 24 de marzo de 2021
ANIVERSARIO DEL CAOS
Durante este tiempo, hemos atravesado por todos los estados de ánimo posibles: incredulidad, incertidumbre, hastío, depresión, cólera. Duele especialmente que quienes sufren otras enfermedades no salgan en las noticias, porque aunque no lo creamos han existido y existen muchas dolencias aparte del coronavirus. Un amigo mío, por ejemplo, ha soportado una lista de espera interminable para una operación de próstata.
Reinventarse ha sido el verbo más conjugado. No ha quedado otro remedio que echar mano de imaginación para conjurar la pesadilla. El primer cambio ha sido el atuendo: las incómodas mascarillas. Algunos hombres hemos aprovechado —muy ladinamente— para descuidar la barba como robinsones. No quiero imaginar las piernas de las mujeres. El segundo, la vida social. En mayor o menor medida, andamos desentrenados con las relaciones humanas. Los encuentros después de cada ola podrían calificarse de escaramuzas donde, más que dialogar, se ha monologado o escuchado al otro monologar. Por último, hemos descubierto nuevas formas de celebrar la vida sin recurrir al teléfono móvil: mi hijo, la cocina; mi mujer, la costura; mi hija, una serie de anime llamada The Promised Neverland que vemos juntos; yo, el senderismo.
miércoles, 10 de marzo de 2021
VARIACIONES DE UN ENCUENTRO
No has pegado ojo. Hoy vas a reunirte con tu primer amor en treinta años. Estuvo muy simpática el día que hablasteis por teléfono, tanto que igual monta una escena con carácter retroactivo en el solitario café donde habéis quedado. Solía ser celosa. Dejas el móvil en casa; evitas así la tentación de enseñarle fotos familiares. Ella se ha convertido en una solterona. Mientras suplicas la aprobación del espejo, tu antigua novia admite que nunca se rio tanto como contigo. Por esa causa, jamás te tomó en serio. Llegas a la cita con casi una hora de retraso. Ella frunce el ceño, los labios, las palabras que pronuncia. Cuando dice adiós, lees entre líneas que la olvides. Sucede lo inimaginable: sonríe, se alegra de corazón, te abraza. Pasáis una tarde macanuda.
miércoles, 24 de febrero de 2021
TRIPLE SALTO MORTAL
Algo así le ocurre a José Payá Beltrán con las historias de S. S. Van Dine. Su amor por ellas contagia, inspira y sugiere que quien no se obsesiona no es humano. Seguidor acérrimo —no solo del escritor estadounidense, sino también de la novela de misterio en general—, el autor ha publicado Un crimen otoñal (Grupo Terra Trivium, 2020), otra obra inclasificable. Un triple salto mortal literario. ¿Nos encontramos, entonces, ante una edición crítica o frente a una novela?
Fijándonos en su brumosa portada, el libro es una insolente edición crítica a cargo de José Payá Beltrán que introduce Un crimen otoñal, la decimotercera novela policiaca escrita por S. S. Van Dine (alias de Willard Huntington Wright) y protagonizada por el detective Philo Vance.
Cualquiera que haya leído una edición crítica —no hace falta haber estudiado Filología Hispánica— sabe que es un estudio necesario para entender el sentido de la obra al tiempo que una lectura aburridísima. Un auténtico peñazo. Un verdadero tostón. ¿Por qué? Quizá porque la erudición por la erudición agota. Consciente de ello, el autor ha salpicado la suya de curiosidades. Para empezar, incluye cotilleos. Uno de los más jugosos rememora la desesperada carta que escribe a la editorial española que ha publicado la última novela de Van Dine que le queda por leer. No tiene desperdicio. Más adelante, con su habitual sentido del humor, se burla de las notas a pie de página o las reglas para escribir novelas policiacas. Incluso se ríe de sí mismo en un fragmento glorioso: «Hay quien elige el fútbol o los sellos: yo elegí los enigmas de Van Dine y el lenguaje pomposo y redundante de Philo Vance. Admitámoslo: existen vicios peores y, desde luego, más secretos y más vergonzantes.» Finalmente, repasa las mejores novelas de misterio de la primera mitad del siglo XX y sus correspondientes adaptaciones cinematográficas. Los libros de Van Dine son ejemplos paradigmáticos de la llamada novela-problema, un subgénero policiaco despojado de todo lo literario para conformar una especie de crucigrama o jeroglífico.
A poco que uno investigue, averiguará que Van Dine escribió solo doce novelas con el detective Philo Vance como protagonista. ¿Por qué se silenció la decimotercera entrega? ¿Cómo consiguió José Payá Beltrán un ejemplar de la obra? ¿Qué sentido tiene publicar un libro del que apenas se conservan treinta páginas?
Quizá la clave para resolver el enigma sea la identidad literaria, un tema que el escritor biarense ha abordado en una trilogía de novelas: Puzzle de sangre (Aguaclara, 2014), Identidad (Grupo Tierra Trivium, 2019) y la que nos ocupa. En la primera, la identidad se diluye por ser una novela escrita a medias con Mario Martínez Gomis. En la segunda, la identidad se esconde en el anonimato. De hecho, la portada carece de autor, así como de datos biográficos o sinopsis. Por no tener, no tiene ni fotografía. En la tercera, la identidad desaparece.
Solo existe, querido lector, una certeza a estas alturas. Nada es lo que parece en Un crimen otoñal. Como los buenos magos, José Payá Beltrán desvelará sus trucos al acabar la función. El espectador envidioso mascullará que a cualquiera se le habría ocurrido, pero quienes no hayan perdido del todo la curiosidad infantil quedarán sencillamente boquiabiertos. Absolutamente estupefactos. Se lo garantizo.miércoles, 17 de febrero de 2021
ROMANCINISMO
miércoles, 10 de febrero de 2021
EL VERDE
Su abuela le explicó con dulzura, para que dejara de temblar, que aquel espectáculo de color se llamaba árbol.
GANADOR en el Concurso Cuenta 140 de El Cultural.
miércoles, 27 de enero de 2021
DUARTE EN LA MEMORIA
En la tercera parte de una saga que José Payá Beltrán inició con La última semana del inspector Duarte en 2015, el protagonista lleva muerto una década. Un periodista —que guasonamente se llama Pepe— está haciendo un reportaje sobre el primer caso en el que Daniel Duarte se vio envuelto. A partir de entrevistas a personajes variopintos, el lector viaja hasta el convulso 23 de febrero de 1981, cuando el hallazgo de un cadáver en Apis, mientras España contenía el aliento, obliga a desplazarse hasta la localidad a un detective aún novato.
Estamos ante una novela corta de ambiente rural que se desarrolla en el imaginario Apis (guarda cierto parecido linguístico con Apiés, un barrio de 83 habitantes situado a 10 kilómetros de Huesca). Evoca Biar, el pueblo natal del autor. Ambas comparten un majestuoso castillo y la foto de cubierta es una vista de dicha localidad.
Un doble contexto histórico rodea a este thriller policiaco: por un lado, el intento fallido de golpe de Estado del 23F, cuando el teniente coronel de la guardia civil Antonio Tejero Molina irrumpió pegando tiros en el Congreso de los Diputados. Por otro lado, las heridas sin cicatrizar de la Guerra Civil en la década de los 80. Se personifican en el odio y el rencor que siente Carlos el Comadrón (facha) por Ángel el Raposo (rojo). Este resentimiento lleva a Carlos a cometer un acto de venganza. Curiosamente, Ángel estuvo un año preso en la cárcel de Alicante. Un paralelismo significativo con la figura del poeta Miguel Hernández.
La memoria es la gran protagonista del libro. El escritor no solo reconstruye un caso del desaparecido inspector a través de los recuerdos de su gente. También denuncia que quienes olvidan la historia están condenados a repetirla. No nos pase como a Jacinto el Jueves, que no recuerda el discurso del Rey ni las noticias. Solo las películas de risa que echaron en televisión para amenizar la espera: La princesa y el pirata (1944) con Bob Hope y El asombro de Brooklyn (1946) con Danny Kaye.
El humor de la novela se basa, principalmente, en los divertidos contrastes entre el campo y la ciudad. Varios entrevistados, por ejemplo, se extrañan de que el periodista pida Bitter Kas, una bebida casi desconocida en el campo. Los apodos también son fuente de hilaridad: Sebastián el Pinchamierdas, Paco el Rata, Pepe el Botifarra, Manolo el Polvos, Pepito Casca, Vicente el Rojo… Otros elementos rurales que provocan una sonrisa son el vicio de los ancianos de andarse por las ramas, la machacona hospitalidad o el lenguaje popular.
miércoles, 20 de enero de 2021
LA HERBORISTERÍA
Amparo lo miró de hito en hito. «¿Estarás de broma?», preguntó. Su seriedad no dejaba lugar a dudas. Como el aforo de la tienda era de un solo cliente, en cuestión de minutos se había formado una asombrosa cola. Él le tendió un documento en el que la eximía de cualquier culpa y donde figuraba su número de móvil. Luego salió.
Unos meses después, Amparo se notó unas décimas de fiebre y pérdida del gusto. Supuso que era un simple resfriado, pero la prueba confirmó que tenía el coronavirus. Mientras pasaba la enfermedad en su casa, se acordó de la absurda petición de Tristán.
«No creas que estoy enamorado de ti ni nada de eso», decía el hombre en su cabeza. «Solo estoy harto de esperar una vacuna que no sé cuándo me tocará ni si será efectiva.»
domingo, 10 de enero de 2021
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