Pillaron
a Luis como vulgarmente se dice con las manos en la masa. Los ojos
desorbitados, las manos ensangrentadas, el cuchillo entre los dientes, una
risilla siniestra. En medio de un charco de sangre yacía el comercial que, con
subterfugios, le había hecho creer que era revisor de la luz para intentar que
cambiara de compañía eléctrica. En las noticias apareció como presunto asesino.
Denunciaron a Marta por corrupción.
Nadie tenía la menor evidencia del asunto, pero al día siguiente los periodistas
ya la acosaban a la puerta de su domicilio. Pocas horas después, los medios de
comunicación se hacían eco de la noticia. La gente la insultaba mientras
recogía a sus hijos del colegio. La alcaldesa estaba imputada.