
La película, que acaba de estrenar Prime Video bajo la dirección de
Carles Torrens, desvirtúa la magnífica novela que Manel Loureiro publicó en 2007
con la editorial Dolmen. En el libro, un joven abogado solitario narra a través
de un blog el desmoronamiento de la sociedad en el contexto de una pandemia
zombi. Gracias a la primera persona, te involucras en la historia como si se
tratara de un videojuego inmersivo. En el celuloide, la historia se cuenta
desde la tercera persona. Todo se vuelve tan impersonal y aséptico que el
espectador no sufre ni se emociona con los personajes, sino que los contempla desde
la más absoluta indiferencia.
Vamos a repasar, uno
a uno, los principales papeles del largometraje.
Francisco Ortiz
interpreta a Manel, el protagonista. Un desacierto total porque no consigue
transmitir la devastación que supone la pérdida de su esposa en accidente de
tráfico ni el horror que está viviendo. También ha desaparecido su clásico
lenguaje repleto de tacos.
Berta Vázquez es
Lucía. Su historia de amor con Manel —la chica aún no ha cumplido dieciocho
años y él supera la treintena— se vuelve convencional en el guion. Otra
metedura de pata, pues refleja cómo cambian los valores morales en un mundo
posapocalíptico.
José María Yazpik da
vida a Viktor Pritchenko, el piloto de helicóptero ucraniano que se convierte
en el mejor amigo de Manel. Sus largos bigotes rubios y su gran carisma
recuerdan a Astérix. En la pantalla, tiene menos sangre en las venas que un muñeco
de ventriloquía.
Las adaptaciones de la literatura al
cine siempre decepcionan porque la lectura excita la imaginación de una forma inigualable.
Sin embargo, este producto descafeinado me parece una traición al libro
original. Cómo se echa de menos el trasfondo social de los zombis de George A.
Romero.