La tortilla le salía zapatera; no, no tenía nada
que ver con José Luis Rodríguez Zapatero. Freía demasiado la patata y quedaba
más seca que el ojo de un tuerto. Aunque conocía de sobra el sencillo truco de
añadir un poco de leche para hacerla más esponjosa, el muy cabezota siguió
cocinándola a su modo toda la vida. En el aniversario del Katagorri, el chef Pedro
Costa suele desempolvar la receta de su padre. Es jornada de puertas abiertas y
la gente devora cualquier cosa.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Entradas populares
-
Mi hija dice que no le entusiasma leer cuentos, pero los míos sí le gustan. No he indagado en sus razones, aunque las imagino. Cuando uno em...
-
Aster Navas, escritor y compañero del foro literario La Nieve, publica Cuentos para leer en el ascensor , una antología de microrrelatos que...
-
Hubo una vez un mosquito que se posó en la cola de un confesionario. Nunca lo había hecho. Necesitaba desahogarse de una vid...
Vistas de página en total
341410


Será por eso que he leido que ya no es como era.
ResponderEliminarSaludos
Uno puede mantenerse fiel a sus convicciones mientras introduce algún cambio.
EliminarSaludos.
Nunca entré el restaurante Katagorri,, los vascos en general dejan la tortilla a medio cuajar, a mi me gusta mas "zapatera". Un abrazo y buen provecho
ResponderEliminarCierto, hay adeptos a la tortilla de mi padre. Para gustos, colores.
EliminarUn abrazo.
Y luego la eterna diatriba entre con o sin cebolla...
ResponderEliminarUn asunto tan delicado que no sé cómo no ha sido argumento para una película de terror.
EliminarUn abrazo.
Hasta lo más sencillo tiene su secreto!
ResponderEliminarEl secreto, supongo, es el cariño.
EliminarUn abrazo.