Era una desapacible noche de noviembre, de frío navajero, la primera en la que teníamos que desempolvar los abrigos.
En el Club Información me preguntaron si era participante, y me dieron un vale por un ejemplar de Relatos Urbanos. Aventuras en el asfalto (ECU, 2013). El acto estaba a punto de empezar. Mi mujer y yo llegamos puntuales cuando nuestra intención era llegar tarde.
Mientras saludaba a unas amigas, los presentadores iniciaron la gala a traición. Quién les iba a decir a ellas que ganarían dos de los principales premios.
Para amenizar la velada, se representó un pequeño sainete. En él Homero se encaraba con un adaptador moderno de la Ilíada. Eché de menos micrófonos, y no creo que fuera el único. Dos tercios de los asistentes se acordaron de Imanol Arias y el anuncio de GAES.
Luego, sin más dilación, se procedía a la entrega de premios. Tres accésit y tres ganadores. Aunque supiera de antemano que mis posibilidades eran muy limitadas, se me pusieron de corbata segundos antes de oír a los elegidos. Pobrecillos. Los premios consistían en una especie de dibujo al carboncillo enmarcado en forma de lápida con su nombre debajo.
Llamaron al resto de cuentistas al escenario. Allí nos hicieron la típica foto de grupo en la que algunos empujaron para colocarse en los primeros lugares. Al bajar, me tropecé con José Luis Ferris, de quien, lo confieso, aún no he leído nada.
Durante el vino de honor, pude charlar distendidamente con Carmen Juan Romero y Chelo Gisbert Santamaría, ambas vecinas del barrio de Carolinas. Nuestro barrio. Y ambas premiadas por sus estupendos relatos. Chelo es reincidente, pues gana el primer premio tras quedar subcampeona en otra edición. Estaban contentas. Sostenían la lápida como fieras agarradas a un trozo de carne.
Poco me queda que añadir. Sólo expresar mi satisfacción por haber colado en la antología un relato tan gamberro como La metamorfosis.
He de decir que pesaba más o menos igual que una lápida... Todavía no sé dónde lo voy a poner, mi madre se niega a quitar la fotografía de mi comunión.
ResponderEliminarGracias por la crónica, has sido benévolo, más de lo que esperaba. Abrazo.
Mi madre tampoco la quita, pero como ella vive en su casa que haga lo que quiera.
EliminarSobre la crónica, me salió de un tirón mientras recordaba lo difícil que es hacer que estas galas no sean un coñazo.
Un abrazo.
Por lo que cuentas, Jose, el acto fue muy similar al del 2011. Además del vino, supongo que te tomarías algún canapé ¿no?
ResponderEliminarFelicidades a todos, ganadores y seleccionados, y especialmente a ti por esa metamorfosis que tanto me gustó en su día y que, ahora, al leerla de nuevo, aún me gusta más.
Un abrazo.
Hubo dificultades con el tema canapés, ya que una muralla humana dificultaba la operación. Tuve que chupar mucho abrigo y bufanda para conseguir alimentarme.
EliminarSobre el cuento, como no esperaba nada me siento feliz con lo conseguido.
Un abrazo.
Jose, especialmente celebro tu nuevo paso con la inclusión de ese relato, que no pasó desapercibido por este blog, en esa antología. Por otro lado, gracias por acercarnos a un nuevo evento que, quieras que no, se beba o no, se coma o no, siempre sirve para reafirmar o comenzar nuevas relaciones humanas y/o literarias.
ResponderEliminarMe ha costado encontrarte entre esa feliz tribu urbana. La próxima a primera fila para que te veamos bien los de lejos.
Un abrazo.
Es cierto lo que dices, Alicia. De hecho, a Maribel la conocí en un acto literario.
EliminarGracias por buscarme entre esa tribu de alcohólicos anónimos de las letras. Aunque soy más bien tímido, no he logrado ocultarme del todo.
Un abrazo.
Umm…. Carolinas, mis pasteles preferidos-:-)
ResponderEliminarCómo me alegro de este nuevo éxito. He vuelto a leer el relato y como dice Maribel mejora con las lecturas.
Otra página más de tu bibliografía escrita con claridad y buena letra, FELICIDADES.
Besos y abrazos.
Vaya, no sabía que mi barrio tenía renombre por sus pasteles. Como a mí no me llaman.
EliminarIntento divertirme escribiendo y no me preocupo demasiado por las antologías. Sólo soy un alicantino que se ríe de las Hogueras.
Un abrazo.
He estado ojeado tu blog y me gusta mucho, José Antonio: tanto el contenido que aportas como la forma amena y didáctica en que lo haces. Desde este momento me tienes como seguidor. Un abrazo desde Barcelona! Juan.
ResponderEliminarGracias, Juan, bienvenido. Me lo tomo como un juego literario, y me divierte la interacción con gente como tú, algo difícil si sólo escribiera en papel. Un abrazo.
EliminarPues mira, gracias a ese acto y a tu crónica he llegado derechita a tu Metamorfosis... y tal y como está el tiempo, se echan de menos las fechas de esas hogueras veraniegas.
ResponderEliminarEnhorabuena por la inclusión de tu relato en esas Aventuras en el asfalto. Me ha gustado mucho.
Un abrazo.
En Alicante hemos tenido un verano eterno, y ya rogábamos al cielo que hiciera un poco de frío. Gracias por leer mi relato. En mi barrio no creo que gustara mucho. O sí, depende del humor de cada uno.
EliminarUn abrazo.