jueves, 11 de agosto de 2016
EL ARTE DE PERDER
El día que llegué a casa diciendo que había perdido a mis hijos en el parque, mi mujer siguió haciendo punto. Balbuceé que me había descuidado un instante. En realidad, tenía la vista posada en las piernas bien torneadas de una enfermera. Cogí la chaqueta para salir de nuevo en su búsqueda, pero ella me retuvo. «Déjalo —su voz era franca pero dulce—, hace meses que no vienen por la residencia.»
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Entradas populares
-
La película, que acaba de estrenar Prime Video bajo la dirección de Carles Torrens, desvirtúa la magnífica novela que Manel Loureiro publicó...
-
Queremos creer que el mundo nos pertenece, pero somos dueños de la nada. Hipotecados por la muerte, vivimos una vida prestada, un alquiler p...
-
Bajo la luz de la luna, he hecho lo imposible para que el conde repare en mi existencia. Siempre dispuesta, por ejemplo, a facilitar su alim...
Estremecedor.
ResponderEliminarEs difícil abandonar las viejas costumbres y asumir un papel diferente a aquél que nos asignó la vida durante tanto tiempo.
Un abrazo.
Es la pesadilla de cualquier padre: que se le pierda un chiquillo. Más terrible aún es que a un hijo se le pierdan los padres.
EliminarUn abrazo.
Tocas muchas cosas en tan pocas palabras, la demencia senil, el abandono, la irresponsabilidad, la resignación...y todas dan tanto para pensar...
ResponderEliminarUn beso
Muchas gracias. Con tanto pokemon, apenas se habla de lo que realmente importa.
EliminarUn abrazo.