miércoles, 8 de marzo de 2017
UN GESTO DE SOLIDARIDAD
Las lágrimas son privadas, de sobra lo sé, pero sienta bien compartirlas con un profesional acreditado. Veo a su madre todos los días cuando acompaño a Sergio al colegio. No me la he cruzado nunca, seguro que cambia de acera. Oye misa. Ojalá le ayude. En su lugar, no sé qué haría. Tengo recuerdos vagos de aquella noche. Varios matrimonios sentados en una barraca, el baile de la pólvora como mosquitos desquiciados, un cubata de más. Me tiran de la camiseta. Es un niño al que no conozco, no comprendo qué dice, repite una y otra vez «sólo estábamos jugando». De pronto temo por Sergio. Me levanto, tiro algunos vasos, corro en la dirección que me indica el chiquillo. Es moreno, de ojos azules como ágatas. Al llegar, se ha reunido un corro de curiosos. Estoy a punto de desmayarme, pero empiezo a gritar que dejen paso, que mi hijo está ahí. Nadie se mueve. Sergio viene llorando y me abraza fuerte. Tiembla. Él no le propuso al crío meter el petardo en una lata de refresco. Tampoco fue la esquirla que cortó su cuello. Únicamente le prestó su mecha. Un gesto de solidaridad en un mundo de locos.
Finalista en el IV Concurso de Microrrelatos Fogueres de Sant Joan organizado por la Foguera Port D' Alacant
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¡Cuánto daño hizo el ladrón del fuego!
ResponderEliminar¿Qué sentido tiene enseñarles a no jugar con fuego y luego entregarles un mechero y un puñado de pólvora? Triste lección.
Me alegro de que tu relato haya llegado a ser finalista. Enhorabuena.
Un abrazo.
Yo soy el primero que tira petardos con mis hijos durante Hogueras. Me gusta. Lo paso bien. Es una sensación liberadora. Pero cuántos niños van en cuadrilla o solos. Resulta inquietante. Gracias siempre por tu valiosa crítica.
EliminarUn abrazo.
Buf! No sé cómo será el relato ganador pero este es bestial! Se me ha encogido el corazón al leerlo, y eso que bien sabes que suelo hacer relatos de este tipo, con final impactante y sobrecogedor, pero pensar en las consecuencias de ese "acto de solidaridad" me hiela la sangre no solo por el niño muerto sino por los que quedaron vivos, cargando siempre con ese sentimiento de culpa...
ResponderEliminarTe felicito, me parece redondo!!!!
Un beso
Lo más terrorífico del relato es que está basado en un hecho real. Ocurrió durante las Hogueras de hace pocos años. Yo estaba de viaje, pero me impactó igual. Necesitaba hablar de ello y el concurso me ha servido de terapia. Celebro que te haya conmovido.
EliminarUn abrazo.
Felicidades, Jose, es un gran relato. Quizá la carga emotiva lo haya relegado a finalista (que no es poco). Ya sabes, un concurso convocado por Hogueras busca transmitir las bondades de la fiesta, que se la asocie con el jolgorio y no con una desgracia. Vamos, es una simple opinión mía. Pero muy bien empleadas esas lágrimas. Ya ves, lo importanta al final no es ganar, sino arañar el corazón del lector.
ResponderEliminarUn abrazo.
Reconozco que no elegí el tema más oportuno para ganar un concurso que, como bien apuntas, busca el buen rollo. No lo pude evitar: la historia estaba ahí. No hice otra cosa que tirar del hilo. Gracias por dejarte arañar el corazón.
EliminarUn abrazo.