Desde que surge la duda, viven sumidos en la incertidumbre de si el castañero lleva peluca o no. El puesto ocupa la esquina de una iglesia evangelista. Mientras sus hijos compran castañas, Eduardo observa al hombre que ya no cumplirá los cincuenta liberándolas de debajo de una manta andrajosa y envolviéndolas en cucuruchos de periódico. Callados corazones del invierno con quemaduras de primer grado.
Día a
día, compra a compra, van obsesionándose con ese endiablado cabello que le da
un aspecto irreal, fantástico. Parece tan falso como las cerdas de una escoba,
pero ahí no acababa el asunto: encima color panocha. Y, sin embargo, está
perfectamente ensamblado al cráneo. La mujer de Eduardo sugiere: «Miradle la
raíz». No llegan a ninguna conclusión. De noche todos los gatos son pelirrojos.
En casa, conciben
toda clase de planes para sacarle la verdad: el secuestro, la extorsión,
distraerle con cualquier artimaña para darle un tirón a lo bestia… Pasan buenos
ratos a costa del pobre castañero.
Después
de Navidades, el tenderete desaparece como si se lo hubiera tragado la tierra.
Eduardo peina el barrio, la ciudad en busca del misterioso señor. Una tarde, los
niños señalan con el índice la cristalera de un cajero automático. Bajo unas
mantas asoma el pelo anaranjado de alguien que duerme junto a un cartón de
vino. Pegan la cara al cristal, pero no hay forma de asegurar si es él o una
castaña gigante.
Callados corazones del invierno con quemaduras de primer grado.
ResponderEliminarMe dejas aleado lobo. Magnífica historia de otoño. Un abrazo.
Muchas gracias. Dado que soy un desastre como poeta, intento escribir una prosa medianamente indecente.
EliminarUn abrazo.
Una bofetada de realidad envuelta en papel de celofán. Con este te has lucido... Los mejores relatos salen de las vidas más humildes, y la humildad nada tiene que ver con el grosor de la cuenta bancaria.
ResponderEliminarUn abrazo y mi enhorabuena.
Muchas gracias. Cuando uno deja a un lado sus miserias y abre los ojos, descubre que la soledad es solo aparente.
EliminarUn abrazo.