lunes, 24 de marzo de 2014
CIEN TACOS
Pese a los avances de la medicina, es raro encontrar a alguien que viva cien años. En alguna aldea gallega, donde todavía no han echado raíces los restaurantes de comida basura, aún resisten centenarios arrugados como pasas, entre los que predominan mujeres. Y en un pueblo de Albacete vivía hasta hace poco Remigio, el abuelo de mi mujer.
El verano pasado estuve presente en su cien cumpleaños, que celebró con sus hijos, nietos y bisnietos. No le hacía demasiada gracia ser el más viejo del pueblo, y eso que parece mejor llegar que quedarse por el camino. Antes de ponerme ciego de mojitos, capté en su mirada cierta vitalidad, como el rescoldo que en cualquier momento puede avivar la llama. No en vano conoció, directa o indirectamente, la primera y la segunda Guerra Mundial, el holocausto nazi, la Guerra Civil Española, el asesinato de John Lennon, e incluso la disolución de Mecano.
Con la llegada del nuevo año, las noticias sobre su estado de salud no eran demasiado esperanzadoras. Me cuentan que por las noches prefería mantenerse en vela, quizá porque en los hospitales se madruga mucho y te despiertan en lo mejor del sueño.
Toto, el héroe de Cinema Paradiso (Giussepe Tornatore, 1988), se emocionaba ante una recopilación de besos censurados que le había dejado su amigo Alfredo. De esa forma quiero recordar a Remigio, sorprendido de que el largometraje de la vida sea tan corto. Con infinitas ganas, a pesar de todo, de seguir viviendo.
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Bonito homenaje a Remigio. Un siglo encierra mucha historia y muchos cambios, y ser capaz de adapatarse a ellos merece premio. A mí me da vértigo pensar que pudiera llegar a cumplir 100 años, no habría quien me soportara.
ResponderEliminarSiento mucho que Remigio no celebre los 101, aunque estoy segura de que ese día todos os acordaréis de él.
Abrazos para ti y para tu mujer.
Tú de centenaria estarías muy guapa, Maribel, y con más de cien obras publicadas. Da yuyu pensar en una edad tan avanzada.
EliminarUn abrazo.
Jose Antonio, haber contado en la familia a lo largo de un largo periodo con un persona tan querida que seguro recogía en si mismo mucha sabiduría es un privilegio que no está al alcance de todos. Vosotros habéis sido afortunados. Y él seguro que mientras vivió así se sintió también.
ResponderEliminarUn abrazo.
Te paras a pensarlo luego, que has asistido a un acontecimiento único, el del cien aniversario de una persona que constituye un trozo de historia viva.
EliminarUn abrazo.
Jose, queda muy bien el contraste claro-oscuro de la nueva pista musical con el azabache de tu blog.
EliminarUn abrazo.
Gracias, creo que queda tan bien porque he tenido una excelente maestra.
EliminarUn abrazo.
Los abuelos y abuelas siempre son un misterio por desentrañar para los niños. ¡Es injusto que los abu's se las piren cuando todavía no han acabado de contarnos sus historias...!
ResponderEliminarEspero que a Don Remigio no se le haya quedado ninguna en le tintero, para que pervivan todas en vuestra memoria.
Un abrazote para los niñ@s que lleváis dentro.
Pues si se le ha quedado alguna historia en el tintero, cierta o imaginada, se la ha llevado consigo. Una vida tan larga da para varias novelas.
EliminarUn abrazo.