Un día le pregunté a mi hijo si un mosquito podía convertirse en mascota. Respondió que no porque picaba. Entonces le pregunté si un cocodrilo podía ser mascota. Respondió que no porque mordía.
Otro día le pregunté
si un niño podía ser mascota. Entre todas las mascotas raras del mundo, pensé, los
niños ni pican ni muerden.
Me echó los brazos al
cuello y, con ojos brillantes, dijo:
—Tú eres mi mascota preferida.
Buena respuesta la del chiquillo. Es lo que pasa cuando no se pierde la imaginación, que podemos ser todo lo que queramos ser.
ResponderEliminarUn abrazo.
En mi subconsciente seguramente estaba la película "Su juguete preferido", con Richard Pryor.
EliminarUn abrazo.
El cazador cazado...Qué inocencia y sinceridad la del niño que cree que su padre es su mejor mascota porque ni pica ni muerde. Me vienen a la cabeza los casos en los que no es así que por desgracia existen.
ResponderEliminarUn beso
Lo curioso del asunto es que yo ahora soy padre de mis hijos, pero llegará un día en que ellos serán mis padres y yo el niño grande. Ahí tienes una historia que contar... ¿no, Charo?
Eliminarsí, al final nos convertimos en eso, en sus mascotas. Con el tiempo, hasta la mascota de mi nieto.
ResponderEliminarMenos mal que existen los ositos de peluche. Así podemos respirar un rato tranquilos antes del siguiente achuchón.
EliminarUn abrazo.