Bajo la luz de la luna, he hecho lo imposible para
que el conde repare en mi existencia. Siempre dispuesta, por ejemplo, a
facilitar su alimentación. Ahora que sus colmillos afilados se aproximan por última
vez a mi cuello, me asaltan las dudas sobre lo que tan locamente he deseado. Pensándolo
bien, no quiero mugir eternamente.
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Mi padre utilizaba algunas palabras que se me han grabado a fuego en la memoria afectiva. Asombra que un hombre sin estudios tuviera la capa...
Nada es eterno.
ResponderEliminarSaludos
Y, además, la eternidad debe ser muy aburrida.
EliminarSaludos.
Transcribes muy sus deseos, queda desear buen provecho al comensal. Un abrazo
ResponderEliminarPues buen provecho, aunque este cuello me parece de animal.
EliminarUn abrazo.
Es lo que pasa, que el cuello se empeña en poner resistencia cuando ve unos colmillos que se acercan...
ResponderEliminarUn abrazo!
Contrariamente a lo que nos ha hecho creer el cine de terror, la yugular se resiste.
EliminarUn abrazo.