El camarero me habló al oído, pese a que la música no estaba demasiado alta.
—Disculpe, está prohibido en lugares públicos. Le ruego que se desfogue en la terraza o en la calle.
—Pero, oiga, ¿me está tomando el pelo? ¿Cree que es fácil tomarse un cubata sin encender un cigarrillo? —pregunté colorado.
—Créame que le entiendo, pero son las normas. Además, un anciano se ha quejado de sus humos.
—¿Quién?
—Se marchó echando pestes de usted.
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Creo que esta situación se va a repetir en más de un bar, habrá que prohibir los cubatas. Y en un momento dado habrá que prohibir los ancianos. El caso es prohibir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Entiendo perfectamente a tu protagonista, recuerda que soy del “bando” de los fumadores, a mi me ocurre lo mismo, un café, el periódico...y sin el cigarrillo no es lo mismo.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Maribel, vamos acumulando prohibiciones que, por separado, parece que no inciden en el acontecer diario, hasta que se unen y te coartan la libertad.
Y Casabalanca... Humphrey Bogart sin el humo, no, no es lo mismo.
Besos y abrazos.
Jose Antonio, yo creo que poco a poco todo se va normalizando. Lo único que está haciendo mucho frío este invierno y a los fumadores se les ve encogidos en la parte exterior de los bares.
ResponderEliminarYo soy de las que no fumo y creo que la libertad de un fumador se termina cuando al que está enfrente le molesta el humo. Aclaro que yo nunca he tenido problema con mis amigos o parientes fumadores, sin embargo si en celebraciones o reuniones multitudinarias. A mi me preocupan mucho más otras libertades que estamos perdiendo entre tantas cortinas de humo que nos lanzan para entretenernos.
Un abrazo.
Iba por ahí la cosa, Maribel, por esa manía de prohibir hasta los humos que uno no puede controlar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Intentaba reflexionar sobre el concepto "sin humos" en un sentido amplio de la palabra.
ResponderEliminarSi nos ponemos estrictos, uno no podría echarse un pedete en un espacio público. También estarían prohibidos los malos humos de algunos señores mayores.
Un abrazo.
El anterior comentario iba por ti, Mari Carmen.
ResponderEliminarInsisto en que los fumadores no son únicamente aquellos que echan humo por la boca.
Mola, Alicia, entrar a un bar y notar ese ambiente tan despejado. Pero luego miro al fumador de turno, envuelto en su anorak y su bufanda, con la estufa pegada al cuerpo, y pienso que somos como marionetas en manos de los poderosos. Primero nos vuelven adictos; ahora preconizan la vida sana. Lo próximo será
ResponderEliminarhacer taichí como los chinos.
joder, tomar un cubata sin un cigarro, aún no lo asimilo, lo mejor es que ahora paso más tiempo en casa
ResponderEliminarRenovarse o morir. Gracias por comentar, Jorge.
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