No dejéis
volar vuestra mente calenturienta cuando os diga que mi padre adoraba los
mejillones al vapor. Eran un delirio que rozaba la obsesión. Al quejarme de que
todos los domingos comíamos el mismo aperitivo, compraba bígaros o almejas un par
de semanas para disimular. Luego volvía a su eterna costumbre. Me pregunto qué
tendrían aquellos moluscos bivalvos para gustarle tanto. Quizá fuera su sabor o
que le traían algún recuerdo de infancia. He pasado de aborrecerlos a echarlos
de menos.
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Me gustan mucho y aunque los he comido de otras maneras, cuando son al vapor los considero un manjar. Abrazos
ResponderEliminarLo más sencillo suele ser lo más efectivo en materia de cocina sentimental.
EliminarUn abrazo.
A mi me encantan de cualquier forma, siempre con una copita de vino blanco, pero los como poco, problemas con el acido úrico.
ResponderEliminarSaludos
Te comprendo perfectamente. Yo he tenido que pasarme al té desteinado.
EliminarSaludos.
La última frase me ha tocado el corazón...
ResponderEliminarUn saludo :)
Nunca apreciamos bastante a quienes nos rodean.
EliminarUn saludo.
Se extraña lo que se pierde aunque en su momento no se apreciaba por recurrente. Se ven ricos, me tentaste jeje
ResponderEliminarYa lo decía Kiko Veneno en su famosa canción: "Lo mismo te echo de menos, lo mismo que antes te echaba de más".
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