La XX Muestra ha sido la más calurosa que recuerdo, y en cuanto a afluencia de público he visto mucho clon de Berto Romero; deben de regalar por ahí gafas negras de pasta. Por fortuna, dos de tres obras a las que asistí estaban protagonizadas por gente muy joven, señal de que el teatro es un enfermo que goza de buena salud.
El Arniches abrió la Muestra con “Colgados”, una obra sobre la incomunicación en la era de la comunicación y las nuevas tecnologías. Me quedo con la escena en la que una mujer habla con su marido a través de una cámara de seguridad, ilusionada con ese día en que coincidan sus turnos laborales.
Las Cigarreras ofreció “El chico de la última fila”, donde un profe de literatura descubre una redacción genial entre la bazofia que escriben sus alumnos. El dilema surge cuando el prometedor estudiante empieza a narrar, sin ningún tipo de pudor, los trapos sucios de un compañero de clase y su familia. ¿Es ético escribir sobre la vida privada de los demás? ¿Dónde está el límite? Magníficas interpretaciones de todo el elenco actoral, especialmente de Samuel Viyuela (hijo de Pepe Viyuela) como el chico.
El aula CAM fue escenario de “En la otra habitación”, que aborda el conflicto entre una madre que se resiste al paso del tiempo y una adolescente con graves problemas de autoestima. La bomba estalla cuando se desvela que están enamoradas del mismo joven.