Cuando en febrero de este año Enrique Bunbury anunciaba una gira en la que celebraría 35 años de carrera musical, tuve un mal presentimiento. No tardaron en cumplirse los peores pronósticos. Pocos días después, el cantante daba a conocer unos problemas crónicos de garganta que le obligaban a retirarse de los escenarios. No obstante, cumpliría con los compromisos adquiridos en lo que ya se había bautizado como «El Último Tour».
Una vez asimilada la noticia, empezaron a multiplicarse los conciertos de un modo alarmante. Pensé, inevitablemente, que el ocaso de cualquier estrella es una máquina de hacer billetes. No había que ser muy listo para saber que la garganta del cantante maño no aguantaría.
Tras unos prometedores directos en Estados Unidos, Bunbury canceló definitivamente la gira en mayo con la promesa de que seguiría componiendo música. Un auténtico jarro de agua fría para sus seguidores. Alicante era una de las ciudades españolas donde iba a tocar.
A nadie le gusta admitir la decadencia de su artista favorito, pero existen algunas pistas que anticipan este abrupto final. La primera es que sus discos recientes parecen hechos por un autómata, especialmente a raíz de la publicación de Palosanto (2013). La vertiente social de los últimos años ni siquiera roza la emoción de sus grandes baladas. La segunda pista se intuye en unas letras más melancólicas que de costumbre. En «Cualquiera en su sano juicio (se habría vuelto loco por ti)» dice: «No me voy a quedar / Por aquí demasiado tiempo / Me he ido y he vuelto / Solo por ti».
Bunbury ha salido por la puerta de atrás y, del mismo modo que le sucedió con Héroes del Silencio, tendrá que afrontar en un futuro cercano algún modo de reconciliarse con su público.