martes, 27 de junio de 2017

CUIDADO CON LA LUNA























Aunque soy socio de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios (CLAVE), no suelo acudir a ninguno de los actos que organiza por dos razones fundamentales: se programan exclusivamente en la provincia de Valencia (resido en Alicante) y, como muchos colegas de profesión, compagino la escritura con la docencia. Por si lo anterior fuera poco, no tengo coche ni pienso tenerlo. Estas razones no me han impedido, en ocasiones, acercarme a la obra de escritores valencianos como Elena Casero Viana. Ya que no puedo conocerla en persona, me he dicho, al menos en libro de microrrelatos. Así fue como descubrí Luna de Perigeo (Enkuadres, 2016).

Lo primero que me llamó la atención, por supuesto, fue el título. Me pregunté si escondía uno de esos ladrillos que se abandonan a las treinta páginas. Luna de «perigeo» equivale, ni más ni menos, a la fase en que el satélite orbita más cerca de la Tierra. Esto, que puede parecer un hecho anecdótico, no lo es tanto si damos crédito a un estudio que concluye que la luna llena afecta al comportamiento de personas y animales. Al hilo de la leyenda negra que rodea al astro, se dan cita en el libro historias de mosquitos despiadados, hombres lobo, asesinos piadosos, enanos de cuento, naves extraterrestres o solitarios que se las arreglan para no estar solos.

Me sumergí en el libro poco a poco, como si fuera el agua helada de un río. Uno de los primeros microrrelatos me dejó boquiabierto, con ganas de continuar. «Mosquitos de compañía» ilustra a la perfección la teoría del iceberg de Hemingway, según la cual todo relato debe reflejar tan sólo una pequeña parte de la historia, quedando el resto a la interpretación del lector. Con la sublime última línea, acaba y empieza todo: «Aunque este aroma floral no tapa el frío de su ausencia». No dejé de picotear en los días siguientes. Hallé, para mi deleite, mucha presencia de aparecidos que no esconde la rabia ni la crítica social. El humor negro abunda sin caer en el chiste fácil, aderezado a veces con su pizca de nostalgia. «Trueque» representa el deseo inconfesable de cualquier hermano mayor de cambiar la consanguinidad por cromos.

Habría ejemplos de buen hacer en muchas de las setenta y seis collejas que constituyen Luna de Perigeo, porque provocan una reacción inmediata aparte de un deleite estético. De hecho, en ocasiones uno se pregunta si no estará ante un libro de poesía disfrazado de narraciones. Se nota que cada palabra ha sido sopesada y medida con precisión de partitura musical.

Les animo a abrir la ventana y mirar la luna, un gesto que nos une en estos tiempos en que aparentemente tanto nos separa. Contemplándola la gente «se dice, se recuerda y se repite que no hay mejor compañía que su propia soledad». Quizá en estos momentos también le aúlla Elena Casero Viana.


miércoles, 14 de junio de 2017

A CAMBIO DE NADA














No he pisado una iglesia hace años, pero es el lugar donde me han citado para despedir a un amigo. Me acerco dando un paseo hasta Nuestra Señora de Gracia. Faltan diez minutos para mediodía. Hago tiempo en la entrada revisando el móvil. Pronto llegan algunos responsables de Dasyc en Alicante, entre ellos Alba. Me da dos besos con su alegría habitual, aunque se la nota cariacontecida.

Presto atención unos treinta segundos, los que tarda el sacerdote en anunciar que la misa está dedicada a la memoria de José Antonio Beato Herrador, primer voluntario de Dasyc en Alicante. Añade dos o tres palabras de la fundación y, al final, soltando un suspiro reconoce que no tenía ni idea de su existencia.

Ayudar a la gente a cambio de nada podría ser la antesala de la camisa de fuerza y la regadera. No lo discuto. Sin embargo, me permite compartir los problemas reales del mundo, algo que ignoran quienes se dan golpes en el pecho todos los días en misa.

Conocí a José Antonio, que me llamaba cariñosamente su tocayo, en el invierno de 2012. Alba —igual se acuerda— me tomó la matrícula para el carnet de voluntario en medio de un resfriado de los que hacen historia. Pagué la novatada con un señor del que estaba, literalmente, hasta el gorro. No nos llevábamos bien porque me utilizaba sistemáticamente como fuerza motriz para arrastrar su carro de la compra. Triste pero cierto. Entonces apareció un nuevo usuario en mi vida, José Luis. Con él llevo la friolera de cinco años.

No tuve un trato íntimo con José Antonio, ni falta que hace. Hay gente con la que no necesitas entablar amistad para saber que estáis en el mismo barco. Recuerdo como si fuera ayer un día que me llamó por teléfono para hablarme de cierto caso. Su situación de abandono le había puesto al borde del llanto. Así me lo dijo. Estaba hecho de otra pasta, como un Pau Gasol de las personas.

Lo vi por última vez en una conocida librería de Alicante. Me pidió que le firmara un libro para regalárselo a algún compañero. No sé si habrá pelusillas en el lugar donde se encuentra ahora, ni siquiera creo que tenga tiempo de mirarse el ombligo. Él siempre fue, más bien, de dar su mejor sonrisa a cambio de nada.


miércoles, 7 de junio de 2017

EL ALTAR

Seguimos con entrevistas muy breves a personajes famosos sobre la actualidad.


Entrevistador: ¿Qué le parece que Pedro Sánchez haya resucitado de entre los muertos?
            
Jesús de Nazaret: Hombre, pues no lo veo un competidor. Ahora bien, el de la coleta, ese tal Iglesias, no le digo yo que no me quiera quitar el puesto de Mesías.

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