Supongo que alguna vez te habrás encontrado la típica lista de libros que uno no puede dejar de leer antes de morir. La mayoría —lo confieso abiertamente— no los he leído ni pienso tomarme la molestia. José Payá Beltrán aún no figura entre los elegidos, y uno no puede dejar de asombrarse porque cada vez escribe mejor.
Su última novela, Morirás muchas veces (Aguaclara, 2016), es ejemplo de este buen hacer. Ya desde el título sugiere lo complicado que resulta para cualquier artista abrirse camino. También anuncia dos profesiones en apariencia opuestas —la de asesino y la de actor— que se fundirán a lo largo del libro.
Un terrible malentendido hace que Enrique Ruiz sea confundido con un asesino a sueldo en la estación de tren de Alicante. Cuando el «actor de medio pelo» comprende dónde se ha metido, ya es demasiado tarde: está trabajando para una organización criminal que opera en la sombra y ha sido contratado para quitar a alguien de en medio.
Este es el punto de partida de una novela policiaca donde no interesa descubrir al asesino, sino más bien evitar que el asesino encuentre a su próxima víctima. La obra consta de cuarenta capítulos de extensión breve repartidos en cuatro partes bien diferenciadas: «Ellos», «Reykiavik, 1972», «El camino» y «Iabdú (Jordania), 2008». Para mi gusto, el interés decae cuando se narra la lucha entre Fischer y Spasski por el campeonato mundial de ajedrez del 72. El resto de partes mantiene un suspense in crescendo gracias al hábil manejo de ese estilo fragmentario que ya pudimos observar en Puzle de sangre (Aguaclara, 2012).
No se puede decir que Morirás muchas veces sea una novela alegre. De hecho, no queda ni pizca del humor tarantiniano de Puzle de sangre. No obstante, José Payá ironiza constantemente a propósito de la realidad vacua que nos ha tocado vivir: «¿El motivo de la huelga? No era difícil imaginarlo: se morían por cobrar menos y trabajar más horas, como todo el mundo».
Enrique Ruiz no es el primer personaje del escritor biarense que detesta la lectura. En cambio, como buen amante del cine, critica la inocencia de la que hacen gala los personajes de las películas modernas, los cuales nunca se refieren a otras películas o series de televisión. Ignoro si Superdetective en Hollywood se considera cine clásico o contemporáneo, pero uno de los policías de Beverly Hills cita la famosa secuencia de Dos hombres y un destino en la que Butch Cassidy y Sundance Kid están sitiados por el ejército mexicano.
Otros personajes se dan cita en Morirás muchas veces. Quizá el más inquietante sea Gadea. El comisario Aldana remite al inspector Duarte con su vicio de fumar en lugares públicos. Todos y cada uno de ellos harán las delicias de quienes desobedecemos sistemáticamente las listas, tan arbitrarias como incompletas.