martes, 29 de mayo de 2012

VAREANDO NUBES EN SAN JAVIER
















Sigo vareando mis nubes allá donde la crisis de sonrisas no llega. Si te gustan los relatos con sutil ironía (al estilo de Quim Monzó), estaré encantado de charlar contigo el viernes 1 de junio a las 20 horas, en la biblioteca de San Javier (Murcia). 

Por si aún no lo tienes claro, me acompañará el escritor Panchi Caballero, autor del apasionante thriller policíaco El tren de los muertos, que tuve la suerte de presentar el pasado mes de marzo.


jueves, 24 de mayo de 2012

TRAS LAS HUELLAS DEL LOBO



Después de la presentación oficial de VAREANDO NUBES y su paso por la ONCE de Alicante, me parecía lógico probar suerte en una librería. Huyendo de la impersonalidad de las grandes superficies, opté por LIBROS 28, situada en el corazón de San Vicente del Raspeig, cuya dueña, Rosa, es un encanto. 

Me sentí muy a gusto desde el principio. A ello contribuyó el hecho de asistir acompañado de mi primo, David Revert López, que me dedicó una presentación emocionante e ingeniosa. Además, su inspirada lectura de “Jugar al escondite” y “El encanto” hizo que más que una velada literaria fuese una reunión de amigos que echan unas risas y charlan de literatura.

No se perdieron el acto la cuentacuentos Raquel López ni Conchi Agüero, a quien dedico un relato erótico en el libro. Cuando ya abandonábamos la tienda, Rosa le preguntó tímidamente a Conchi si ella era la mujer de la dedicatoria. Nuestras risas nos delataron.



Una semana antes, me desplazaba hasta Cartagena para presentar, en nombre de Atlantis, la novela romántica Entre bahías. Su autora, Lola Gutiérrez, me pareció una mujer tenaz y luchadora, aunque un tanto fría en el trato, como si reservara su amor para otra persona. 

Durante la presentación en el Casino de la ciudad costera, hubo numerosos gestos de cariño del público hacia la escritora, que con un par de cojones dedicó el libro a su hermana, enferma de cáncer. Aunque la realidad te regale demasiados finales tristes, en la narrativa de Lola Gutiérrez el happy end está asegurado.



















Un mes antes, firmaba en el Mercado Central de Alicante mientras el despiadado sol alicantino nos hacía la puñeta. Quizá piensen que es un chiste, pero así anunciaban mi libro por el megáfono: Veraneando nubes

No fue fácil charlar con la siempre activa Maribel Romero Soler, mi prologuista, a quien literalmente acosaban para dedicar ejemplares de sus libros o hacerse fotos con sus fans. Otros compañeros de mesa fueron Ana Pomares, Joaquín Collado o Carmina Seva. Algunos se tomaron un Kit Kat eterno. Otros sudamos la camiseta. Descubrí que Carmina Seva firmaba más ejemplares de sus poemas que cualquier mortal, y no pude evitar ofrecerme como negro para su próximo libro.


lunes, 21 de mayo de 2012

REUNIÓN DE AMIGOS


















David Revert López me dedicó una presentación en Libros 28 emocionante e ingeniosa. Ello, y una lectura muy inspirada de un par de cuentos, hizo que más que una velada literaria fuese una reunión de amigos que echan unas risas y charlan de literatura.

martes, 15 de mayo de 2012

VAREANDO LIBROS 28
















Sigo vareando mis nubes allá donde la crisis de sonrisas no llega. Si te gustan los relatos con final sorprendente (al estilo de Roald Dahl), estaré encantado de charlar contigo el sábado 19 de mayo a las 19 horas, en Libros 28

Por si aún no lo tienes claro, me acompañará el poeta David Revert López, cuyo blog es indispensable para engañar la realidad con el anzuelo de la ironía.


miércoles, 9 de mayo de 2012

CUENTA ATRÁS




     Apenas mis pies aterrizaron en la moqueta como exiliados de la soledad del asfalto exterior, una señorita dijo por megafonía:
     —Estimados clientes, les informamos de que FNAC Alicante cerrará sus puertas a las 21 horas. Disponen de treinta minutos para realizar sus compras. Gracias.
     «Treinta minutos son una eternidad», me dije. Y seguí paseando mi tarde ociosa por la vastedad de la tienda. Nadie compraba. Todos miraban. Era una diversión absurda. Me pregunté: «¿Por qué abrirán los domingos? ¿No es una tortura para sus trabajadores? ¿No es un gasto de luz innecesario?». Imaginé a lo que dedicarían esos empleados el precioso tiempo que malgastaban. Calculé que el índice de natalidad no aumentaría gran cosa si tenemos en cuenta los métodos barrera, pero el índice de felicidad se duplicaría. Los lunes nos despertaríamos en estado de gracia: ellos por haber descansado, nosotros por no haber perdido el tiempo. Menos insultos al volante, menos atropellos a la dignidad humana. Acabaríamos con las caras agrias, con los derrames de bilis retenida. Sólo con un día libre. Sospeché la razón de que los dependientes nunca estén en sus puestos. Se rebelan contra el domingo laboral encerrándose en el baño. Llaman a sus parejas, a sus amigos, a quien sea, y les dan cuenta de tamaña injusticia.
     —Estimados clientes, les recordamos que FNAC Alicante cerrará sus puertas a las 21 horas. Quedan quince minutos para realizar sus compras. Gracias.
     Aquel aviso me devolvió a la cuenta atrás. No es que me importara ser taladrado como un queso gruyer, sólo era un tanto molesto. Recordé entonces el disco de un artista independiente. Un loco. Un cantante catalán que afirma que su única ambición en la vida es el humor. Lo más terrible para una tarde de domingo. Todo el mundo sabe que las tardes de domingo no tienen humor.
     Recorrí las avenidas de discos envalentonado por esta hazaña: comprar un disco de humor en una tarde sin gracia. Pronto supe que mi tarea se vería lastrada por dos factores: la soledad y el tiempo.
     A pesar de que mi corazón está al lado del obrero explotado, mi alma maldijo a aquellos haraganes de uniforme que cobran un plus dominical por no atender peticiones raras que, sin duda, dilatarían su salida inminente del tajo, de la agotadora jornada laboral.
     Me tragué el orgullo y comencé a escarbar como una maruja histérica en rebajas. Busqué en la sección Cantautores, en la sección Variedad Francesa… Aquel hombre iba cobrando simpatía a mis ojos, no porque cantara en catalán, ni siquiera porque fuera humorista. Simplemente, no existía. No existía un apartado para los autores minoritarios. Era un inmigrante que huía en patera de la falta de imaginación de los discos más vendidos. Tratar de salvarlo era un acto de justicia.
     Otra cosa me preocupaba. El sonsonete machacón de mi cabeza. Era como si me hubiera tragado a la señorita del megáfono. Traté de vomitarla, pero me había poseído como si yo fuera una pieza más de su engranaje, del gran reloj del mundo. La cuenta atrás se fue acelerando.
     —Estimados clientes, les recordamos que FNAC Alicante cerrará sus puertas a las 21 horas. Quedan diez minutos para realizar sus compras. Gracias.
     La velada amenaza al paseante dominguero de que le conviene largarse, tras llenarle la cabeza de pájaros publicitarios, tuvo en mí el efecto contrario. Experimenté un desamparo como no sentía desde crío. Quería comprar a toda costa. No mañana ni pasado mañana. Ahora. Susurraban en mi oído las sirenas que si muriese sin escuchar ese disco, grabado con instrumentos inventados, iría derechito al purgatorio del Festival de Eurovisión, o peor aún, al infierno de La Canción del Verano, donde los acordes de «Paquito el chocolatero» o «El chiringuito» se disputarían mi trompa de Eustaquio.
     —Estimados clientes, les recordamos que FNAC Alicante cerrará sus puertas a las 21 horas. Quedan cinco minutos para realizar sus compras. Gracias.
     Sólo un veterano como yo, curtido en mil rebajas, soportaba la presión de los segundos como sanguijuelas clavadas en la espalda. Todos o casi todos los clientes habían desistido. Algunos sin comprar ni una miserable agenda, secretamente frustrados, acumulando una rabia que se desataría en orgías navideñas.
     Una señora encontró el disco por mí. Se lo pedí sibilinamente. El envoltorio de plástico estaba destripado; la funda del compacto, rajada. Sin darle tiempo siquiera a decir un «oiga», volé con mi ejemplar en la mano, tropecé y caí.
     —Esta caja está cerrada, caballero, mañana le atenderemos con gusto.
     —Pero… si aún faltan treinta segundos —reclamé mostrando mi reloj con la esfera rota. El golpe había sido brutal.
     —Lo siento.
     Un guardia jurado me acompañó a la salida, tras asegurarse de que dejaba el disco en el lugar correspondiente. Eran las nueve y tres minutos de la noche.
     Enfilé hacia el bar más próximo, donde maldije mi suerte con varios litros de cerveza. Si no fuera miembro de la SGAE, os aseguro que me lo descargaba.

Vareando nubes
Atlantis, 2012


miércoles, 2 de mayo de 2012

CANALLA SENTIMENTAL























En la última escena de Abierto hasta el amanecer (Robert Rodríguez, 1995) Juliette Lewis le pregunta a George Clooney si puede acompañarlo a un lugar llamado El Rey, y este le responde: «Quizá sea un cabrón, pero no soy un puto cabrón». 

El mundo del cine y la literatura está lleno de canallas simpáticos, y cuanto más dura parece la piel más tierno es el fondo. Es el caso de Daniel, alter ego y travieso protagonista de Parásitos (Amazon, 2013), la novela de Álvaro de la Riva que las editoriales convencionales no se atreven a publicar. Pero no es el único canalla, ya que Burt Deenah, su jefe, y la atractiva Linda Hart esconden sus sentimientos tras las máscaras que se han confeccionado para no sufrir.

Si a estos personajes parasitarios le unimos una trama de ciencia ficción con desparrames cómicos nos hallamos ante una novela ciertamente curiosa.

Todo empieza con la aparición de tres seres encapuchados que podrían ser extraterrestres. Desgraciadamente, no hablan ni una palabra. Daniel, antiguo empleado de la embajada de Estados Unidos, es requerido por su viejo jefe, Burt Deenah, para que se comunique con los supuestos alienígenas. El método que utiliza Daniel no resulta muy ortodoxo pero sí francamente divertido: sólo borracho como una cuba puede entender lo que dicen los seres.

Desde este instante, la hilaridad de la narración se alterna con frases de alta calidad literaria: «El mundo de los sentimientos es como la gabardina del contrabandista de un callejón: está lleno de bolsillos ocultos, donde se guardan los objetos más sorprendentes e inesperados». Y con alusiones cinematográficas al género de terror y ciencia ficción: «Pensé racionalmente que este ejemplar, en todo igual a Juan, era al fin y al cabo como un niño, y como decía aquella película, ¿quién puede matar a un niño?».

Pero ahí no acaba todo: Parásitos contiene una historia de amor ante la cual Ingrid Bergman y Humphrey Bogart se quitarían el sombrero. Porque engancha como el abrazo que están a punto de darse Linda y Daniel. 


Si una novela consigue que rías, es recomendable. Pero si, además, logra hacerte llorar… entonces se convierte en imprescindible. Ustedes deciden si continúan alentando el aburrido panorama literario español o se pasan al lado oscuro. Álvaro de la Riva es un escritor irrepetible.


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