Hoy no será un día cualquiera para David, que espera impaciente que las campanas de la iglesia toquen las nueve de la mañana. Ese tañido —antes odiado porque marcaba el momento de ir al colegio— ahora le sonará a bendita gloria.
Por primera vez, ha madrugado sin quejas ni protestas. Nadie ha tenido que despertarle; lo ha hecho él solo. Ha sido ver luz y saltar de la cama como un resorte. Ha desayunado un vaso de leche con galletas. Luego se ha puesto el chándal que va a juego con las zapatillas de deporte, se ha lavado los dientes y se ha peinado.
Ni siquiera ha enchufado la televisión para ver dibujos animados.
Tampoco ha matado el tiempo mirando vídeos en el móvil.
Está asomado al balcón cuando su padre se levanta.
El adulto se rasca la cabeza unos segundos hasta recordar que hoy es el día de la liberación. Sale a tomar el sol junto a su hijo. El contraste entre ambos es máximo: el hombre en pijama, sin afeitar y con aire huérfano; el niño vestido, acicalado y expectante.
—¿A qué hora te acostaste ayer, papá?
—Mejor no preguntes —contesta bostezando como un león.
—Buenos días entonces.
El hombre revuelve el pelo demasiado largo del chaval. Este le comunica que ya ha contado cincuenta personas con mascarilla, veinte con bufanda, diez con el rostro al descubierto y una con un casco de moto.
—¿En serio?
—También he visto pasar un camión del ejército. Alucinante.
—Oye —cambia de tema—, espero que recuerdes que el paseo no podrá durar más de…
—¿Veremos a mamá? —inquiere el pequeño mirando directamente a los ojos de su padre.
El hombre tarda en reaccionar. Su rostro se ensombrece aunque los rayos de sol le dan de lleno. Ella decidió, por coherencia, pasar la cuarentena en casa de sus padres.
—Hemos hablado —susurra al fin con un nudo en la garganta—. Saldrás cada día con uno.
David, que odia las discusiones interminables y los gritos secos, sabe que ha llegado el momento de pasar página. Un nuevo nacimiento espera a la civilización. Una puerta se cierra y otra se abre. Su madre sonríe bajo la mascarilla por primera vez en meses.
Incluido en la antología Palabras contra el virus, editada por Palin.