viernes, 29 de noviembre de 2019

SILENCIOSA COMPAÑÍA



Recuerdos
que son restos
de ensalada de wakame
entre los dientes;
cuando, por fin, extraes
sus infinitos hilos deshilachados,
te han alimentado
una vida.

jueves, 14 de noviembre de 2019

EN EL TEATRO WAGNER

El Club de Lectura Té con Tagore me invitó en octubre a leer El reino de los suelos, finalista del V Concurso de Microrrelatos para residentes en la Comunidad Valenciana.
            
El acto tuvo lugar en el vestíbulo del teatro Wagner de Aspe. Me desplacé en autobús, animado por asistir a una velada literaria y por conocer la localidad alicantina. El recibidor del teatro estaba presidido por un busto de Alfredo Kraus. Completaban el mismo una mesa de conferencias y medio centenar de butacas rojas. Tomé asiento en una de ellas cuando apenas faltaban diez minutos.

Se acercó a saludarme Nieves García, escritora y representante del Club de Lectura. Luego siguió derrochando simpatía entre los presentes. Al rato, dio comienzo la ceremonia. Nombraron a los finalistas y quien quiso salió a leer su microrrelato. El aire se llenó de palabras. Cuando me tocó, no perdí la oportunidad de dedicárselo a mi hijo.

La lectura de los tres premiados fue el colofón del acto, cuyo epílogo consistió en la típica foto de familia. Después pasamos a tomar un tentempié a la entrada del teatro. Tuve la suerte de charlar distendidamente con otros escritores sobre lo humano y lo divino. Incluso recibí alguna felicitación por mi historia. Larga vida al género breve.

jueves, 7 de noviembre de 2019

EL REINO DE LOS SUELOS


Primero fue: «Niño, no cojas cosas del suelo». Guardaba en los bolsillos restos de naufragios como un Cousteau de ciudad, pipas para comérselas luego y alguna materia pringosa en descomposición. Luego empezó a profesionalizarse: tatuajes, pegatinas, juguetes, un billete premiado con cinco euros. Eran las típicas bagatelas que no hacen daño a nadie y cambié de estrategia: «Niño, pide permiso». Cuando encontró a su padre, desaparecido desde que fue a comprar tabaco una Nochebuena, no me quedó más remedio que aceptarlo. El chico poseía un don. Ahora que él ha vuelto a largarse, le digo: «Hijo, coge lo que valga la pena».

Finalista en el V Concurso Autonómico de Microrrelatos Té con Tagore.

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