No hace mucho asistí a una exposición de la pintora Marina Iborra en la sala Blauart de Alicante. "Eros" era el nombre de la colección. Fui solo y disfruté mucho. Me gustaron cuadros como El demonio enamorado o Insert coin. Me sorprendí porque aquello que estaba viendo no era pornografía; eran el cuerpo, el amor y el erotismo hechos arte. Además, descubrí que esta artista lleva años dedicando su pincel exclusivamente al cuerpo humano.
Estableciendo un paralelismo, mis cuentos también se alejan de descripciones paisajísticas y físicas vanas. Se centran en el ser humano. Al fin y al cabo, es lo único interesante que nos queda. Después de la lectura, claro.
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